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Ajustes necesarios

Del número de enero de 1965 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


La escena tan variable que presenta el mundo exige muchos ajustes. La manera de vivir, la rápida movilización, la comunicación instantánea, el relacionarse con una variedad de gente, sus religiones, sus costumbres y sus problemas tienen sobre nosotros el efecto de sacudirnos y de extraernos de la complacencia producida por nuestras propias creencias y prejuicios arraigados. Todo esto aporta el progreso; nos impele a ser desinteresados, a tener consideración por las necesidades de toda la humanidad.

Aquellos que encuentran la Ciencia Cristiana [Christian SciencePronunciado Crischan Sáiens.] reciben una sacudida aún más grande y por consiguiente deben hacer un ajuste más a fondo. Estos investigadores aprenden mediante la Ciencia que sólo la vida espiritual es verdadera y que la existencia mortal es un sueño profundo y mesmérico que debe rechazarse. Este reconocimiento a menudo exige el abandono de acariciadas ambiciones personales y el ajuste del pensamiento a un deseo más noble de reflejar a Dios y al poder que destruye el mal.

Cuando descubrimos que la personalidad humana no es importante, y que nuestro único valer consiste en el grado en que manifestamos el espíritu del Cristo y que cumplimos con la voluntad de Dios, percibimos que debemos hacer un gran ajuste. Experimentamos el crecimiento espiritual cuando dejamos de esperar cosas materiales y satisfacción personal y nos ajustamos a una nueva clase de felicidad, es decir, al gran gozo que proporciona el vivir y dar espiritualmente. Mary Baker Eddy dice en “Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras” (pág. 68): “Deberíamos hastiarnos de lo efímero y falso, y no alimentar nada que se oponga a nuestra entidad más elevada.”

Mediante la Ciencia nos ajustamos al hecho de que lo carnal es una ilusión y que no es la base de la vida ni lo que rige la salud. Sólo Dios es la Vida del la hombre, Su imagen, y la fuente de la salud del hombre. Cristo Jesús lo expresó claramente al decir (Juan 6:63): “La carne de nada aprovecha.” Pedro afirmó el mismo punto de vista cristiano cuando escribió (I Pedro 1:24, 25): “Toda carne es como la hierba, y toda su gloria, como la flor de la hierba; la hierba se seca, y la flor se cae, mas la palabra del Señor permanece para siempre. Y ésta es la palabra que, como evangelio, os ha sido predicada.” El aceptar el Espíritu como la base de la vida nos libera para demostrar la salud verdadera.

Guando la Ciencia Cristiana [Christian Science] nos convence realmente de que las enfermedades y las deformidades no se encuentran en el cuerpo mas son en vez estados enteramente mentales, nos convencemos igualmente de que los métodos materiales de tratar la enfermedad no son para nosotros. Sabemos que cualquier vacilación respecto a nuestras creencias médicas anteriores, o el retorno a los métodos materiales para la curación, tendrá que pagarse caro más adelante en los esfuerzos que hagamos de volver sobre nuestros pasos. De manera que sabiamente ajustamos nuestra manera de pensar al hecho de que en la Mente divina podemos hallar todo lo que necesitamos. Y así, por medio del entendimiento espiritual de que somos la idea perfecta de la Mente obtenemos la curación.

Cuando los miembros de una familia se concentran sólo en sí mismos y hacen caso omiso de la necesidad del amor, condición de la cual sufre una gran mayoría de los habitantes del mundo, se produce una situación que requiere un ajuste a un concepto más amplio de la familia. Debemos percibir que Dios es el Padre-Madre de todos y que el amor no es enteramente substancial a menos que incluya a toda la raza en un espíritu de servir afectuosamente.

En Ciencia y Salud, Mrs. Eddy se refiere al sentido poco elevado de Dios que hallamos en el Antiguo Testamento, y ella dice (págs. 576, 577): “Este concepto humano de la Deidad cede al concepto divino, lo mismo que el concepto material de la personalidad cede al concepto incorpóreo respecto a Dios y el hombre como Principio infinito e idea infinita, — como un solo Padre con Su familia universal, unidos en el evangelio del Amor.”

Antes de percibir las demandas científicas que exige el Cristianismo, puede ser que hayamos prestado mucha atención al ajuste de situaciones y relaciones humanas discordantes, hasta el punto de soportar pacientemente condiciones desagradables en el hogar, en el trabajo, en el gobierno y en la sociedad. Mas la Ciencia Cristiana [Christian Science] requiere que primeramente nos ajustemos a la verdad y no al error.

Bien puede ser que tengamos que trabajar mucho y diligentemente para ser capaces de hacer un ajuste de esta índole, mas es imperativo que lo hagamos si hemos de estar conscientes de una paz interior inmutable. Las ilusiones de los sentidos físicos deben ser reconocidas por lo que son, y la armonía que ha sido establecida eternamente en la Mente debe hacerse aparente al sentido espiritual si lo justo ha de prevalecer en los asuntos humanos.

El esfuerzo de ajustarnos a la realidad espiritual se hace natural cuando enfrentamos cualquier situación humana ansiosamente, con gusto y con expectativa, y no con reluctancia y una sensación de pesadez. La lección espiritual que debemos aprender se halla lista para ser aprendida, y cuando lo hacemos nos relacionamos con la eternidad.

Los Científicos Cristianos descubren que a medida que se tornan más conscientes de la verdad, más es lo que se demanda de ellos. Mayores intereses y responsabilidades espirituales exigen más deberes y una capacidad mayor de lo que los Cientistas demostraron y expresaron anteriormente. Deben por lo tanto ajustarse a una mayor actividad. No obstante, pronto hallan el reposo en la acción en lugar del ocio, y al mismo tiempo esta unión con el Espíritu les permite gozar de nuevas energías.

Mediante el ajuste correcto hallamos que los conceptos acerca del tiempo se disipan ante la presencia de las verdades eternas. Lo finito da lugar a lo infinito. Por medio del Cristianismo científico Dios revela la perfección espiritual del hombre quien, por ser Su reflejo, se ajusta siempre a El. Esta verdad está cambiando el aspecto de nuestra vida, y es un cambio que debemos aceptar con alegría.

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