Con gran alegría recuerdo cómo mi concepto de la vida se transformó enteramente cuando fuí sanada mediante la Ciencia Cristiana [Christian Science] de una profunda pena y otras discordancias. Escribo este testimonio inspirada por la gratitud que me embarga.
Mi experiencia humana había culminado en algo muy parecido al caos después de seguir un curso universitario de cuatro años que exigía un programa muy intenso, seguido por mi matrimonio inmediatamente después de mi graduación y por varios años de dificultades financieras, muchos cambios de residencia y no siempre adecuadas, de una parte del país a otro, debido al trabajo de mi esposo. Y por añadidura, nacieron tres niños, el tercero de los cuales falleció poco después de nacer. En esa época, no pudiendo continuar adhiriéndome a mi concepto material de la vida, me torné a Dios de todo corazón.
Debido a que mi esposo había sido criado en la Ciencia Cristiana [Christian Science], me hallaba algo familiarizada con esta religión. No obstante, sólo cuando me ví frente a esta crisis me torné sinceramente a su estudio y aplicación. Debido a mi manera confusa de pensar necesitaba adquirir seguridad, y a medida que estudiaba y oraba, fuí adquiriéndola progresivamente. Debía comprender que en realidad, el universo y aquellos a quien amaba no eran materiales, sujetos al pecado, a la muerte y a otras discordancias, sino que eran espirituales, creados por la Mente divina, Dios.
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