Desde que puedo recordar, he estudiado y aplicado la Ciencia Cristiana. Pero una de las lecciones más difíciles para mí ha sido siempre aprender a expresarme con soltura.
En el colegio me aterrorizaba hablar en público. Cuando entré a la universidad y comencé a dar testimonios durante las reuniones vespertinas de los miércoles en una filial de la Iglesia de Cristo, Científico, empecé a perder el miedo de hablar en público. Durante muchos años después de esto, a pesar de que no sentía temor al hablar durante las reuniones de la iglesia, me costaba trabajo hablar en público con la misma soltura con que lo hacía en la iglesia. Cuando me di cuenta de que con mi temor estaba negando el poder y la presencia de Dios, se acabó el temor y me sentí liberado.
Una curación que tuve mientras estaba en la universidad, me estableció firmemente en el camino de la Ciencia Cristiana después de pasar por un período de dudas mientras servía en ultramar durante la Segunda Guerra Mundial. Una noche, como una hora después de haberme acostado, me desperté sintiéndome terriblemente enfermo y en el baño perdí el conocimiento. La dueña de la casa de huéspedes donde me alojaba era enfermera, y fue quien me encontró en ese estado, me dijo que yo estaba padeciendo de infección intestinal. Añadió que seguramente tendría que pasar dos semanas en cama. Mentalmente negué este veredicto. Al día siguiente me levanté un poco tarde y dediqué el día al estudio de la Ciencia Cristiana; y al siguiente día fui a clase completamente sano.
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