Al hablar sobre cómo reformar a un hombre, Mrs. Eddy escribe: “La razón es la facultad humana más activa. Dejad que ella informe a los sentimientos y despierte la consciencia de la obligación moral, dormida en el hombre, y éste aprenderá gradualmente la nada de los placeres del sentido humano y la grandeza y felicidad del sentido espiritual, que acalla lo material o corporal. Entonces el hombre no sólo será salvado, sino que está salvado” (Ciencia y Salud, páginas 327, 328).
La razón es en cierto grado un escalón hacia nuestra comunión con Dios, el Principio, el Amor. De la coincidencia entre la razón humana y la revelación divina viene la demostración del ser inmaculado. Esta demostración se evidencia en la experiencia diaria por medio de una mayor medida de salud, de armonía y de dominio.
Según la teología escolástica, el hombre es una mezcla de materia y Espíritu, en parte bueno y en parte malo. Se cree que es manipulado en el escenario de la experiencia humana por una deidad de mentalidad caprichosa, como si fuera una especie de títere con poco poder sobre su destino. Se lo considera a merced de la piedad de un dios más estrechamente vinculado a las deidades paganas primitivas que a una inteligencia enteramente buena, conocida con el nombre de Mente divina.
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