—¡ Ay mamá! Los dos niños que peor se comportan en mi clase se sientan a mi lado. Por favor, vé a la escuela y pídele al profesor Martínez que me cambie de asiento.
Catita estaba muy triste. Le gustaba mucho la escuela y cada día esperaba el momento de ir. Pero estos dos niños hablaban mucho, se copiaban de ella, le tiraban del pelo, y la distraían tanto, que apenas podía estudiar.
— Catita, me parece que esto es algo que tú misma deberías solucionar — le respondió su mamá.
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