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Hace varios años mi madre estuvo...

Del número de enero de 1971 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Hace varios años mi madre estuvo condenada a vivir en un estado casi de invalidez. Debido a un malestar orgánico tuvo dos operaciones quirúrgicas de importancia y le esperaba una tercera. Durante varios años habíamos tenido en nuestro hogar el libro de texto Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por Mary Baker Eddy. Pero su fidelidad inquebrantable hacia la iglesia protestante, de la cual eramos miembros, le hizo imposible a mi madre aceptar estas enseñanzas en un principio.

Sin embargo, en su extrema necesidad recurrió a Dios de todo corazón y un día empezó a leer el libro de texto nuevamente; leyó hasta las altas horas de la noche, y de pronto sintió una gran alegría y una consoladora convicción de que había sanado. Se sometió a otro minucioso examen médico después del cual la decisión de operarla nuevamente fue abandonada. Una amiga le dijo que hablara con una practicista de la Ciencia CristianaChristian Science: Pronunciado Crischan Sáiens., y así lo hizo.

Mi madre salió de la oficina de la practicista sintiéndose en el cielo. Días después notamos que estaba leyendo sin los anteojos de gran aumento que tenía que usar. Esta curación también fue permanente y hasta mucho después de cumplidos los ochenta años de edad pudo estudiar diariamente la Lección Sermón del Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana, sin tener que usar anteojos.

El domingo siguiente fue por primera vez a un servicio religioso de una Iglesia de Cristo, Científico, y yo la acompañé. Si alguien me hubiera dicho entonces que nunca volveríamos a la iglesia de nuestra religión anterior, lo hubiera considerado absurdo, pero fue exactamente lo que ocurrió.

Como tenía menos de veinte años de edad pude asistir a la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana. Desde entonces no he sufrido más ataques de colitis, de los que tanto padecí desde muy pequeña. También desaparecieron otras pequeñas molestias como sabañones, etc. Me volví más sincera, y todo deseo de leer libros frívolos me abandonó, pues antes leía cuanto caía en mis manos, sin miramientos. Desde entonces, todo mi tiempo disponible lo he dedicado a leer la Biblia y los escritos de Mrs. Eddy, y he llegado a comprender estos libros muy bien, por lo cual me siento muy agradecida.

Hace algunos años, mientras pasaba por un gran pesar, asistí al servicio religioso del Domingo de Comunión. Mi único deseo ya no era el de sanar de este pesar sino el de comunicarme con mi Padre celestial que me parecía tan lejano. Durante la oración silenciosa, vinieron a mi pensamiento las palabras de Jesús: (Juan 14: 18) “No os dejaré sin consuelo”Según la versión inglesa de la Biblia King James. y tuve la absoluta convicción de que él había cumplido con su promesa. Después de ese servicio religioso, quedé completamente libre de la conmiseración propia y del pesar. Esta experiencia me sirvió de consuelo cuando mi querida madre falleció, apaciblemente y sin dolor. El médico que vino para certificar su deceso, el cual nos conocía muy bien, comentó que, qué bueno fuera si todos tuvieran la extraordinaria vitalidad y capacidad mental de que había gozado mi madre.

No tengo palabras para expresar mi gratitud por nuestro Maestro Cristo Jesús y por la vida abnegada de Mrs. Eddy; por todos los medios que utiliza La Iglesia Madre, junto con sus filiales, para impartir el bien; por esos sobresalientes trabajadores los — practicistas — y por el caudal de bendiciones que recibimos por habernos revelado Dios la Ciencia divina, que las Escrituras califican acertadamente de maravillosa.


Estoy muy agradecido por la Ciencia Cristiana. Una de mis más notables curaciones ocurrió así: Regresaba de la ciudad hacia mi hogar en mi bicicleta y estaba pedaleando muy rápidamente. El pedal se rompió y fui lanzado fuertemente contra el pavimiento, y perdí el conocimiento. Cuando recobré el conocimiento por completo y me di cuenta de lo que me rodeaba, percibí que Dios me había conducido a salvo, mientras yo empujaba mi bicicleta desde una distancia que media como un kilómetro y medio de mi casa, que está situada en el campo. Para llegar a mi casa tenía que pasar por una carretera donde suele haber mucho tráfico.

Todos le dimos gracias a Dios por haberme traído a salvo a casa. Después que oramos y le dimos las gracias a Dios, que siempre está asequible, sané el mismo día de las heridas sufridas al caer. Estoy también muy agradecido por todas las curaciones que he tenido en la Ciencia Cristiana.


Me place verificar lo testificado por mi hijo y deseo expresar mi gratitud a Dios por la protección y dirección que reciben Sus hijos en todo momento. Cuando el muchacho llegó a la casa empujando su bicicleta, sólo pudo decirme que algo le había ocurrido. Parecía estar aturdido, tenía un chichón en la cabeza y contusiones en un hombro. Empezamos inmediatamente a declarar las verdades que nos enseña la Ciencia Cristiana y hablamos de la seguridad y protección que él recibe como hijo de Dios. Expresamos nuestro agradecimiento por saber que Dios siempre está presente, que Dios es Todo-en-todo, y que en la Mente divina no pueden ocurrir accidentes. El pensamiento de nuestro hijo se aclaró en poco tiempo, el chichón y las contusiones sanaron, y todo estaba nuevamente normal. La curación fue tan completa, que ese mismo día, por la noche, Mark tomó parte en los ejercicios de graduación de su clase de natación sin dificultad ni quejas.

Estoy muy agradecida porque nuestros hijos tienen la oportunidad de ir a la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana, donde, con la afectuosa dirección de los consagrados maestros, reciben una comprensión práctica de Dios y de la Biblia por medio de esta maravillosa y práctica religión que sana como sanaba Cristo Jesús.


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