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Cuando nací parecía estar en...

Del número de enero de 1971 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Cuando nací parecía estar en perfectas condiciones, pero a la edad de cuatro años caí enferma con lo que el médico de la familia diagnosticó como sarampión, congestión pulmonar y meningitis.

Mi condición empeoró y hubo una consulta de médicos. No tuve ninguna mejoría y empecé a tener convulsiones. Los médicos dijeron que no había esperanzas de salvarme y que si yo sobrevivía quedaría retardada. Mi madre, que para aquella época nunca había oído hablar de la Ciencia Cristiana, oró y yo sané. Quedé en una condición parecida al mal de San Vito. Tuve que aprender a caminar y hablar de nuevo. Casi no podía usar las manos y me era muy difícil recoger algo o sostenerlo.

Gracias a la cooperación de mi familia, pude terminar la escuela primaria y la secundaria. Mis hermanas siempre estaban a mi lado y me ayudaban a vestir y a peinar, pero muy frecuentemente las escuchaba decir: “¡ Pobre Merle!” Siempre estaba consciente de mi incapacidad y constantemente trataba de ocultársela a la gente. Durante mi niñez tenía temor de que los niños en la escuela se rieran de mí.

Para esa época mi familia conoció la Ciencia y muchos de nosotros empezamos el estudio de esta religión. Mi curación se efectuó poco a poco. Muchas veces estas palabras de Mrs. Eddy me sostuvieron y me consolaron: “Son consecuentes los individuos que, velando y orando, pueden 'correr, y no cansarse;... caminar, y no desfallecer', que logran el bien rápidamente y mantienen su posición, o que lo obtienen despacio y no se dejan vencer por el desaliento” (Ciencia y Salud por Mrs. Eddy, pág. 254).

Después de terminar un curso en la escuela Normal, enseñé durante cuatro años. Luego, cuando pensé en casarme tuve dudas de que pudiera cuidar de un niño. Mi prometido me aseguró que él se haría cargo de todo lo que a mí me fuera imposible hacer, y que juntos podríamos “hacer todas las cosas en Cristo que [nos] fortalece” (Filipenses 4: 13) Según la versión inglesa de la Biblia King James.. De modo que nos casamos y criamos una familia. Durante este tiempo pude hacerme cargo de los deberes que corresponden a la esposa de un agricultor. Pero anhelaba poder hacer las delicadas labores de aguja que otras mujeres hacían, como hilar, tejer, etc.

A medida que progresaba en mi estudio de la Ciencia Cristiana, y aplicaba sus enseñanzas a todos los aspectos del diario vivir, me fue posible aprender a tejer muy bien a la edad de sesenta años. ¡ Qué alegría trajo a mi vida este aspecto de lo que es la actividad correcta! Hoy en día, a la edad de ochenta y dos años, disfruto de buena salud, puedo escribir a máquina, atender mi hogar, y llevar una vida normal y activa.

Nadie que no haya pasado por una experiencia similar, puede darse cuenta de lo agradecida que estoy a Dios por Su bondad hacia nosotros, por Cristo Jesús, el Mostrador del camino, y por Mrs. Eddy, por habernos legado la Ciencia Cristiana — una luz para que ilumine a toda la humanidad. Mrs. Eddy nos dice en Ciencia y Salud (pág. 167): “Sólo por medio de una confianza radical en la Verdad puede realizarse el poder científico de la curación”. Esto ha sido probado repetidamente en mi hogar por más de cincuenta años. Estoy sinceramente muy agradecida por todas las pruebas del cuidado de Dios.



En ti, oh Jehová, he confiado;
no sea yo confundido jamás;
líbrame en tu justicia.
Inclina a mí tu oído, líbrame pronto;
sé tú mi roca fuerte, y fortaleza para salvarme...
Esforzaos todos vosotros los que esperáis en Jehová,
y tome aliento vuestro corazón.

Salmo 31: 1, 2, 24

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