Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer

[Original en español]

El trabajo en la iglesia y el Noveno Mandamiento

Del número de enero de 1971 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Muchas personas al pensar en la iglesia comúnmente se imaginan un edificio donde los fieles se congregan para adorar a Dios, y donde los pequeños y los jóvenes asisten a la Escuela Dominical. Y — si son Científicos Cristianos — saben que hay una Sala de Lectura mantenida por la iglesia para recibir a los buscadores de la Verdad.

Pero el sincero estudiante de la Ciencia Cristiana comprende que la iglesia es mucho más que esto.

En Ciencia y Salud Mrs. Eddy define la idea de “Iglesia”, como “La estructura de la Verdad y el Amor; todo lo que descansa en el Principio divino y procede de él” (pág. 583).

Seguidamente dice: “La Iglesia es aquella institución que da prueba de su utilidad y se halla elevando la raza humana, despertando el entendimiento dormido de sus creencias materiales a la comprensión de las ideas espirituales y a la demostración de la Ciencia divina, así echando fuera los demonios, o el error, y sanando a los enfermos”.

Mas que un lugar, la Iglesia es una actividad que se expresa. En la medida en que amamos como Jesús amó, en que sanamos a los enfermos y a los pecadores, en que expresamos el orden y la exactitud del Principio divino y que damos testimonio sólo de la Verdad, estamos expresando la Iglesia.

La Iglesia es realmente el estado mental donde se adora a Dios. Adorar significa reverenciar con sumo honor y respeto. ¿No es, por lo tanto, en nuestro pensamiento, en nuestra consciencia, donde se reverencia o adora a Dios? Cuanto más demostremos individualmente “la estructura de la Verdad y el Amor” y cuanto más puros sean nuestros pensamientos, tanto más clara y pujante aparecerá nuestra filial de la Iglesia de Cristo, Científico, y tanto menos será afectada por el bronco vendaval del pensamiento mortal.

Participar en las distintas actividades de una iglesia filial es trabajar en la viña del Señor. Dios nos ha dado muchas herramientas para este trabajo. Una de ellas es el Noveno Mandamiento (Éxodo 20:16): “No hablarás contra tu prójimo falso testimonio”, es decir, ni hablar ni pensar falso testimonio. Este mandamiento, juntamente con los otros nueve que nos ha dado el Padre, son para ser usados en nuestra experiencia diaria.

En la Biblia se da mucho énfasis al cumplimiento de los mandamientos, o sea, a ponerlos en práctica: “Llamó Moisés a todo Israel y les dijo: Oye, Israel, los estatutos y decretos que yo pronuncio hoy en vuestros oídos; aprendedlos, y guardadlos, para ponerlos por obra” (Deuteronomio 5:1).

De esta manera el Científico Cristiano se coloca bajo el amparo del Amor y del Principio divino, bajo la ley de Dios. Entonces su trabajo resulta efectivo y corrige el error y disipa los problemas. Escuchen la promesa de la Biblia: “Acontecerá que si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, para guardar y poner por obra todos sus mandamientos que yo te prescribo hoy, también Jehová tu Dios te exaltará sobre todas las naciones de la tierra... Bendito serás en tu entrar, y bendito en tu salir. Jehová derrotará a tus enemigos que se levantaren contra ti; por un camino saldrán contra ti, y por siete caminos huirán de delante de ti” (Deuteronomio 28:1, 6, 7).

A medida que trabajamos en la viña del Señor, el empleo del Noveno Mandamiento trae bendiciones y armonía. Frena la tentación de criticar. Criticar de manera negativa significa aceptar las mentiras de la llamada mente mortal que pretende hacer aparecer a nuestro prójimo y compañero de trabajo como bueno y malo y clasificar a algunas personas como mejores trabajadoras que otras y capaces de desempeñarse bien en las posiciones que ocupan, y que otras no tienen inteligencia o habilidad suficientes.

¡ Cuántas veces los sentidos materiales pretenden estas cosas negativas e irreales de nosotros mismos! Y porque no nos creemos suficientemente dotados no aceptamos las maravillosas oportunidades de desarrollo que nos brinda el trabajo en la iglesia.

En mi propia experiencia he comprobado muchas veces que no importa cuál sea el puesto que ocupemos, Dios siempre está presente para ayudarnos. Cuando nos tornamos a Él y con humildad Le pedimos que nos muestre cómo debemos proceder para que sea hecha Su voluntad, siempre aparece la solución y siempre se ve el camino que se debe seguir. En realidad todo ya está hecho, la Iglesia está ya completa. Sólo tenemos que reflejar esta perfección. Un espejo o un lago sereno refleja instantáneamente y sin esfuerzo lo que hay a su alrededor.

El Noveno Mandamiento nos enseña a no juzgar apresuradamente y según las apariencias o con opiniones humanas, sino a juzgar con amor. Nos enseña a mirar a nuestro compañero de trabajo como lo habría mirado Jesús, nuestro gran Maestro. Jesús siempre miraba al hombre espiritual; el único hombre que realmente existe, el perfecto testigo de Dios.

El hombre espiritual refleja todas las cualidades de Dios, entre ellas la inteligencia, la armonía, el orden, la energía y la eficiencia. Está nada menos que perfectamente equipado para desempeñar su cargo. Mrs. Eddy nos dice (Ciencia y Salud, pág. 266): “El hombre es la idea del Espíritu; refleja la presencia beatífica, llenando el universo de luz”.

Entonces toda persona con quien nos encontramos o con quien trabajamos y — hasta cualquiera en quien descansa nuestro pensamiento — es el hombre verdadero quien refleja la gloriosa presencia de Dios. ¡ Cuánta reverencia, respeto y amor le debemos a nuestro prójimo!

Mrs. Eddy también nos aconseja: “Tenemos que mirar hacia donde deseamos caminar, y debemos obrar como poseyendo todo el poder de Aquel en quien tenemos nuestro ser” (ibid., pág. 264).

Esforzándonos por mirar siempre a la Iglesia verdadera y perfecta y al hombre espiritual, caminando gozosos en la senda de la Ciencia Cristiana, sustentados por el estudio diario de nuestra Lección-Sermón del Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana, podemos actuar firmemente contra todo error, que no es nada más que una sugestión mental agresiva.

Mediante este trabajo consagrado, terminará por desvanecerse todo concepto erróneo que abriguemos de la Iglesia y del hombre, y la gloriosa “estructura de la Verdad y el Amor” que vislumbramos con nuestros sentidos espirituales se manifestará totalmente. Aun ahora podemos saber que siempre estamos respaldados y protegidos por todo el poder, el amor y la presencia de nuestro Padre- Madre Dios, en “quien tenemos nuestro ser”.

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / enero de 1971

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.