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[Original en español]

Cumpliendo sabiamente las demandas del matrimonio

Del número de enero de 1971 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


La indiferencia por descubrir los mensajes espirituales que las Escrituras contienen, o la interpretación equivocada de ellos, puede tener graves consecuencias dentro del matrimonio, y, por lo tanto, también para la sociedad. Hay quienes aceptan sumisamente la declaración teológica errónea de que la procreación de la especie humana es una demanda matrimonial que emana de la disposición divina, y que sin importar cuáles puedan ser las circunstancias matrimoniales, la procreación de la especie humana no debe evitarse. Temen investigar por sí mismos la veracidad o equivocación de tales declaraciones, o se muestran indiferentes a hacerlo. De esta manera se envuelven, y envuelven a su progenie, en condiciones desastrosas que el mero esfuerzo humano, individual o colectivo encuentra difícil remediar.

Otros creen que las admoniciones bíblicas de abstenerse de los deseos de la carne se refieren solamente a las relaciones sexuales, y esto no sólo fuera del matrimonio, sino también dentro de él. Esto ha originado que muchas parejas, sinceros estudiantes de la Biblia, crean que tales demandas matrimoniales deben ser puestas de lado porque contienden con la Biblia. Este error debe ser corregido con una clara comprensión de que las demandas de Dios apelan a la purificación del pensamiento y no a meros sacrificios corporales o al uso de la voluntad humana para obtener el progreso espiritual que se desea. Si no corrigen este error, esas parejas exponen su matrimonio a la discordancia, o aun al fracaso completo. Pueden crear en sus cónyuges un sentido de frustración y resentimiento, o impulsarlos a violar el Séptimo Mandamiento: “No cometerás adulterio” (Éxodo 20:14), o a buscar dentro de un nuevo matrimonio una vida más armoniosa.

Refiriéndose a la importancia de estudiar la Biblia, y de estudiarla correctamente, Mrs. Eddy dice: (Ciencia y Salud, pág. 547): “Las Escrituras son muy sagradas. Nuestro objeto debiera ser el contribuir a que sean entendidas espiritualmente, porque sólo por este entendimiento puede alcanzarse la verdad. La teoría verdadera del universo, incluso el hombre, no se encuentra en la historia material sino en el desarrollo espiritual”.

El estudiar la Biblia a la luz de la Ciencia Cristiana revela que la naturaleza de toda existencia es mental, no física. Es en el pensamiento humano donde debe llevarse a cabo toda reforma y purificación de afectos y motivos. Tal proceso atañe solamente a los seres humanos que son quienes abrigan la creencia de que el hombre es material. No atañe al hombre verdadero, a los hijos y las hijas de Dios los cuales incluyen en su identidad espiritual el estado completo del ser. El hombre individual y espiritual posee tanto las cualidades masculinas como las femeninas del Padre-Madre Dios que lo ha creado. No necesita de una institución humana llamada matrimonio. El matrimonio es una condición humana relativa, necesaria para promover el progreso moral y espiritual de la raza humana hasta que los hombres alcancen la demostración del ser espiritual y perfecto. Cristo Jesús dijo (Mateo 22:30): “En la resurrección ni se casarán ni se darán en casamiento, sino serán como los ángeles de Dios en el cielo”.

El comprender la Verdad revelará que las relaciones sexuales no son una demanda divina. Tampoco lo son el comer y el beber materialmente, pero forzar la consciencia humana a tratar de demostrar verdades que aún no se comprenden, es cruel y peligroso. Refiriéndose a este punto, en la página 288 de Miscellaneous Writings (Escritos Misceláneos), Mrs. Eddy pregunta: “¿Se acerca más a lo justo el matrimonio que el celibato?” Luego responde: “El conocimiento humano inculca que sí, en tanto que la Ciencia indica que no. Mas forzar la consciencia del ser científico antes de que sea comprendido es imposible, y creer lo contrario impediría la demostración científica. Considerar el costo y la ganancia universales así como los vuestros, es justo en todo estado y etapa del ser. Hacer por egoísmo el papel de mártir es el subterfugio de una mente falsa, nada menos que egoísmo, y el verdadero sufrimiento acabaría con la farsa”.

Las concesiones a circunstancias materiales, tales como las demandas sexuales, sólo debieran hacerse en el entendimiento de que ellas, de por sí, no confieren felicidad. En una unión en la cual el afecto y la consideración mutuos no predominan, las demandas del matrimonio se vuelven intolerables. Para triunfar en el matrimonio con un sentido de libertad y alegría, uno tiene que basar el matrimonio en un amor altruista y en las aspiraciones de progreso espiritual.

El proceso de transición de lo material a lo espiritual no es obra de un momento y requiere sabiduría, consideración y justicia para llevarlo a cabo. Requiere, en las palabras de Cristo Jesús, un “deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia” (Mateo 3:15). El Amor divino, Dios, no exige de nosotros demostraciones que priven a otros de sus derechos maritales y que sean superiores a nuestra comprensión de la Verdad.

Aquellos que sinceramente buscan comprender a Dios, y honestamente se esfuerzan por vivir de acuerdo con Sus demandas, encontrarán que el significado espiritual de las Escrituras los guiará a la Verdad. Evitará que hagan de la jornada de lo material a lo espiritual una lucha agitada y dolorosa en la cual los frutos del bien pueden perderse temporalmente.

En Isaías 55:12, 13 se nos asegura: “Porque con alegría saldréis, y con paz seréis vueltos; los montes y los collados levantarán canción delante de vosotros, y todos los árboles del campo darán palmadas de aplauso. En lugar de la zarza crecerá ciprés, y en lugar de la ortiga crecerá arrayán, y será a Jehová por nombre, por señal eterna que nunca será raída”.

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