“En la Ciencia Cristiana [Christian Science] la mera opinión no tiene valor. La prueba es esencial para una apreciación correcta de este tema”. Esto nos dice Mrs. Eddy, y agrega: “Ha sonado la hora en que la prueba y la demostración, en lugar de la opinión y el dogma, son llamados a apoyar el cristianismo, haciendo ‘sabio al simple’ ” (Ciencia y Salud, págs. 341, 342).
Siempre es un paso muy importante, en la vida de un Científico Cristiano, dejar atrás la mera opinión y teoría y poner en práctica su conocimiento de las leyes sanadoras de la Ciencia Cristiana para compartir con todos aquellos a su alrededor “el pan que desciende del cielo” (Juan 6:50). Entonces el Amor divino bendecirá su propósito.
Cristo Jesús es nuestro Modelo. Él dio pruebas de su misión divina demostrando las leyes de Dios en todo momento y en toda situación. Cuando Juan Bautista preguntó: “¿ Eres tú aquel que había de venir ?”, el Maestro haciendo recuento de sus obras contestó: “Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio” (Mateo 11:3, 5). Jesús sabía que las pruebas sanadoras del poder de Dios, eran necesarias para infundir ánimo al entendimiento no esclarecido de los que le rodeaban.
Sus obras tenían una función muy importante en su misión reformadora, destinada a modificar el pensamiento de sus discípulos y seguidores. Sin embargo, las pruebas que dio nuestro Maestro fueron siempre contrarias a las tal llamadas leyes materiales y opiniones convencionales. Aún ahora parecen incomprensibles, para la mente humana materialista, los efectos sanadores del trabajo concienzudo que se efectúa en la Ciencia Cristiana.
En los tiempos actuales todavía se evidencia el escepticismo y la duda acerca del supremo poder sanador y salvador de Dios y de Su Cristo omnipresente. Pero las leyes de Dios que los Científicos Cristianos utilizan en la actualidad en su trabajo sanador, son las mismas que utilizó Jesús. Y las curaciones de enfermedades, discordia y carencia, demuestran la presencia del Cristo, la Verdad. Demuestran que el “gran dragón escarlata” (Apocalipsis 12:3), de la revelación de San Juan — el error del materialismo — no puede ahogar la verdad y ocultar el derecho a la salud y armonía otorgado por Dios.
La negación que hace la opinión humana de la realidad y autoridad del poder del Cristo, es solamente el resultado de su ignorancia de lo espiritual. Cuando reconozcamos esta ignorancia y nos esforcemos por superarla, nos liberaremos de los efectos hipotéticos de la creencia del mundo en el materialismo.
¡ Cuán agradecidos podemos estar de que nunca estamos solos en nuestro camino de los sentidos al Alma! La omnipresencia, omnisciencia y omnipotencia del Amor divino, siempre nos están proveyendo con las ideas correctas en el momento preciso. Nuestro deber es ponernos en armonía con la ley divina del bien y echar por la borda cualquier lastre mental que quisiera impedirnos el reconocer y demostrar la verdad.
Además de la opinión del mundo, basada en la ignorancia, como se dijo antes, está el impeditivo lastre mental que puede también consistir en indecisión, pereza, falta de prevención o hasta del error — de la creencia — de que no estamos capacitados para glorificar a Dios. Esta creencia, juntamente con los sentidos físicos, quisiera impedir nuestro esfuerzo. Pero podemos vencer este error declarando la verdad de que el hombre es hecho a la imagen de Dios, aplicando así la ley de Dios y sanando a los enfermos.
Hace cien años, Mrs. Eddy descubrió las leyes de la Ciencia Cristiana, y fue guiada por inspiración divina a poner por escrito en el libro de texto el Principio y las reglas de esta Ciencia, pero enfrentó a un mundo que casi unánimemente rechazó este descubrimiento. La humanidad no parecía estar preparada para reconocer el Cristo revelado y omnipresente. Pero el Cristo, la verdadera idea de Dios, está siempre activo y da pruebas de curación al corregir situaciones erróneas, ya sean de enfermedad, carencia o de otra discordancia. En las biografías de nuestra Guía, así como en sus propias obras, encontramos constancia de muchas curaciones extraordinarias.
Cada obra buena que hacemos, cada pensamiento bueno que recibimos de Dios, nos ayuda a romper las cadenas de la limitación material. La Vida, Verdad y Amor iluminan nuestra consciencia y nos hacen seguidores de nuestro Maestro. Mrs. Eddy escribe: “Posible es, — sí, es deber y privilegio de todo niño, hombre y mujer, — seguir en cierto grado el ejemplo del Maestro mediante la demostración de la Verdad y la Vida, la salud y la santidad” (Ciencia y Salud, pág. 37). Reclamemos este deber y privilegio de dar pruebas de la omnipresencia del Cristo sanador.
