Una canción popular expresa la esperanza de que el mundo, como lo anuncian las estrellas, está entrando en una nueva era de amor y paz. Esta canción se intitula “Bajo el signo de Acuario”, y se refiere a la creencia de que la astrología gobierna la vida humana. Este mirar hacia las estrellas y planetas en busca de dirección o confianza es un impulso muy antiguo de la humanidad.
Durante todo el tiempo que los hombres se han estado esforzando por lograr el concepto del Dios único y de Su perfecta justicia, han encontrado una respuesta favorable en el grandioso espectáculo que ofrecen los cielos. Partiendo de su precaria experiencia material, los mortales equivocaron históricamente el movimiento de los cuerpos celestes e hicieron dioses de las estrellas y planetas. También dieron vida a la creencia de que comprendiendo las vías de los cielos los hombres llegarían a conocer las razones de los caprichos de la existencia material.
Esta creencia persiste hasta nuestros días, pero su historia data de los tiempos más remotos. Los astrólogos más antiguos y los más sistemáticos estaban centralizados en Babilonia, e Isaías niega el poder de los astrólogos y de los contempladores de los cielos, con estas palabras: “He aquí que serán como tamo; fuego los quemará, no salvarán sus vidas del poder de la llama” (Isaías 47:14). Por otra parte, Daniel y sus compañeros, por confiar en el único Dios, al aconsejar al rey Nabucodonosor de Babilonia, fueron hallados “diez veces mejores que todos los magos y astrólogos que había en todo su reino” (Daniel 1:20).
Hoy en día, en que los hombres se apartan insatisfechos de sus vidas materiales en busca de algo mejor, se ha producido un marcado resurgimiento en el interés por los viejos conceptos de la astrología, y ni siquiera el reciente descenso de los astronautas en la luna ha afectado esta tendencia.
Los Científicos Cristianos niegan por completo que nada que no sea Dios puede mover o impulsar al hombre a cualquier acción o experiencia. Las estrellas y planetas son considerados como indicaciones del orden divino o realidad subyacente, e insinúan el hecho de que el Principio divino, o Mente, gobierna el verdadero universo espiritual incluso el hombre. Esta realidad no es la visión material del universo que un mortal proyecta desde sí mismo, sino el universo relatado en el Génesis, donde “vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera” (Génesis 1:31). Mrs. Eddy dice: “El dominio de la Mente sobre el universo, incluso el hombre, ya no es una cuestión discutible, sino que es Ciencia demostrable” (Ciencia y Salud, pág. 171).
A medida que los hombres aprendan a confiar en el poder e inteligencia del Dios único y a reflejar Su plan en todos los aspectos de la existencia, ¿ dónde quedará o que será de este supuesto poder de las estrellas que les diría que tienen que expresar ciertas cualidades del carácter o experimentar violencia o paz en ciertas fechas? En un pasaje de su libro Miscellaneous Writings (Escritos Misceláneos, pág. 334), hablando someramente de la astrología, Mrs. Eddy dice: “Todo lo que simule poder y Verdad en la materia, hace esto como una mentira que se afirma a sí misma, para que la fe de los mortales en la materia pueda tener el efecto de poder; mas cuando toda la impostura resulta ser una mentira, se va todo su supuesto poder y prestigio”.
La Ciencia Cristiana ataca la base misma del canon astrológico porque la práctica astrológica se basa en el momento exacto del nacimiento del sujeto, y es este momento del nacimiento material el que se supone echa a cuestas de los mortales una carga de características buenas y malas, dotándolos con aptitudes o privándolos de ellas, con un plan para toda la vida de experiencias armoniosas o llenas de lucha. A tales aseveraciones les hace frente con la certeza de que Dios gobierna Su universo, incluso el hombre, y que nada sabe de los intentos de la humanidad para restringir, ya sea el poder de Dios o el destino del hombre.
El hombre, creado a la imagen y semejanza de Dios, es por siempre perfecto, porque siempre expresa la libertad y perfección de Dios. Jamás nació en la materia y, por lo tanto, jamás está bajo ninguna superstición de gobierno material. Esta verdad, demostrada por Cristo Jesús, se refiere a la verdadera identidad de cada uno de nosotros. Mrs. Eddy escribe: “Los planetas no tienen más poder sobre el hombre que sobre su Hacedor, puesto que Dios gobierna el universo; pero el hombre, reflejando el poder de Dios, tiene dominio sobre toda la tierra y sus huestes” (Ciencia y Salud, pág. 102).
La esperanza de que la nueva era traerá algo más que progresos materialistas tiene que ser verificada por toda persona en su propia experiencia a medida que constantemente desarrolla su comprensión de la verdadera relación del hombre con Dios y Su creación infinita y universal. Entonces, por cierto, que todos avanzaremos hacia una nueva era de amor y paz.
    