“Ensancha el sitio de tu tienda, y las cortinas de tus habitaciones sean extendidas; no seas escasa; alarga tus cuerdas, y refuerza tus estacas. Porque te extenderás a la mano derecha y a la mano izquierda; y tu descendencia heredará naciones, y habitará las ciudades asoladas” (Isaías 54:2, 3). Estas inspiradoras palabras del profeta Isaías son un llamado al pensamiento y a la acción y pueden muy bien aplicarse a nuestro trabajo en la Sala de Lectura.
El propósito de una Sala de Lectura de la Ciencia Cristiana es el de bendecir. La Sala de Lectura es un faro de la Verdad que elimina las tinieblas del materialismo. La luz de la Verdad no puede permanecer oculta; esta luz envía sus rayos a los oscuros recintos de la mente carnal. Saca a la superficie los errores que tratarían de impedir el progreso del individuo, de su comunidad y del mundo, y los sana.
En No y Sí, Mrs. Eddy escribe: “La Verdad no puede ser clisada; se desarrolla indefinidamente” ( págs. 45, 46). Jamás olvidemos esto. Si el llamado es para mudar la Sala de Lectura de una iglesia filial, de su tal vez tranquilo santuario en el edificio de la iglesia, o bien del último piso de un edificio comercial para ubicarla al nivel de la calle desde donde pueda atraer la atención de los transeúntes, el llamado requerirá que la comisión directiva, el comité de la Sala de Lectura y los miembros de la iglesia se mantengan alerta.
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