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[Original en español]

Manteniendo la imagen correcta

Del número de abril de 1972 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


El hombre es la imagen y semejanza del Espíritu, Dios. Debido a la ignorancia humana de lo que es Dios como Principio divino, nuestro Padre-Madre es imaginado como un creador corpóreo, y es por esta razón que los hombres se consideran a sí mismos como mera materia y no como la imagen o el reflejo del Espíritu.

La mente mortal tiene sus pretendidas leyes; la motivan y sostienen sus propios sueños. Así los mortales desarrollan imágenes en el pensamiento, las cuales toman forma tangible en sus cuerpos materiales y en su vida diaria, todo lo cual es el resultado de la falsa educación, de la herencia y del ambiente que los rodea.

Los mortales viven absortos en la creencia del yo material y fijando su vista de continuo en él. Por consiguiente, no percibiendo su verdadero ser, no pueden reflejarlo. Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia CristianaChristian Science: Pronunciado Crischan Sáiens., dice en su libro de texto Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras (pág. 301): “Las nociones equivocadas, el pecado, la enfermedad y la muerte resultan del falso testimonio de los sentidos materiales, los cuales, desde un punto de vista hipotético, fuera de la distancia focal del Espíritu infinito, presentan una imagen invertida de la Mente y de la substancia, con todo vuelto al revés”.

Ahora bien, ¿qué puede hacer el individuo o en qué puede apoyarse para liberar su pensamiento de imágenes incorrectas? Por medio del estudio de la Biblia y del libro de texto de la Ciencia Cristiana, el Científico Cristiano va desplazando de su consciencia las imágenes falsas — todo pensamiento que no está de acuerdo con la Mente divina. Esto no lo hace por medio de un esfuerzo de voluntad, sino por medio de la práctica de su comprensión de la ley divina, la ley que lo capacita para verse a sí mismo por lo que es: la imagen y semejanza de Dios. Siempre ha sido esa imagen y semejanza, pero las creencias mortales y materiales no le dejaban percibirse a sí mismo como una idea de Dios.

Cuando el Científico Cristiano desecha el concepto equivocado acerca de su ser y acepta el concepto correcto, comprende que la enfermedad, el pecado y la muerte no tienen origen real ni existencia legítima. Y en la medida de su comprensión comienza a demostrar en su vida, aquí y ahora, más orden, salud, provisión continua para satisfacer sus necesidades, así como una capacidad espiritual cada vez mayor para discernir entre lo real y lo irreal. También, junto con el desarrollo de esta capacidad, las creencias de pecado y sensualismo pierden su poder sobre él. Las limitaciones de la carne le son cada vez menos reales porque comprende que, en las palabras del libro de texto (pág. 286), “lo temporal y material no son, pues, creaciones del Espíritu”.

Al mismo tiempo se da cuenta de que las impresiones de los sentidos, las cuales testifican lo contrario a su visión espiritual son el resultado de la hipnosis. Esas impresiones desaparecen del pensamiento en la medida en que se mantiene el concepto correcto de Dios y del hombre a Su imagen, cuya existencia es eterna, pura y perfecta.

El Científico Cristiano puede ver así cuán importante es mantener la imagen correcta ante su pensamiento. Esta actitud científica lo capacita, como ninguna otra cosa puede hacerlo, para reconocer su relación con Dios como Su imagen y semejanza. Esto está de acuerdo con las Sagradas Escrituras que dicen (Génesis 1:26): “Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra y en todo animal que se arrastra sobre la tierra”.

Se puede ver que el despertar que produce la Ciencia del ser en la consciencia del estudiante, le da dominio sobre cualquier situación errónea que pueda presentarle la mente mortal, ya que puede reconocerla como un sueño, como algo irreal. Puesto que no pertenece a Dios, quien es del todo bueno, carece de origen y Principio y no tiene parte en Cristo.

Cuando la que escribe este artículo comprendió la importancia de mantener la imagen correcta ante el pensamiento y el poder que ésta tiene para evangelizar la mente humana, comenzaron a desaparecer de su consciencia los sentimientos de soledad, injusticia y justificación propia, y se curó por completo de inestabilidad emocional, condición que por años la había sumido en profunda tristeza. Así despertó gradualmente a la consciencia del bien imperturbable.

Hay una frase en el libro de texto que le sirvió muchas veces, cuando necesitaba poner en orden sus pensamientos. Refiriéndose al cuerpo material, Mrs. Eddy dice (Ciencia y Salud, pág. 208): “Un hombre mortal posee este cuerpo, y lo hace armonioso o discordante, según las imágenes de pensamiento que imprima sobre él”.

Mediante la correcta comprensión de lo que somos realmente, podemos rechazar y destruir, es decir, tener dominio sobre cualquier aparente pretensión de la mente mortal, al preguntarnos: “¿Puede la imagen y semejanza de Dios, quien es todo bien, estar enferma, pobre, triste, temerosa o ser pecadora?”

Con certeza podemos responder: “No, porque el hombre, como idea de Dios, no es un pecador mortal sujeto a cambio o decadencia. Estas creencias no son más que los conceptos erróneos de la mente mortal acerca del origen del hombre. Como estos conceptos son los opuestos imaginarios de lo real, se prueba claramente que son irreales cuando la situación es enfocada correctamente desde el punto de vista de la Ciencia Cristiana, la cual nos permite discernir entre los pensamientos que nos vienen de Dios y los que vienen de la hipotética mente mortal”.

Sólo aferrándonos a estas vistas luminosas de la realidad, podemos alcanzar la consciencia verdadera de nuestro ser y ser libres. Resucitando de las creencias materialistas, ascenderemos hacia la comprensión correcta de nuestra verdadera identidad, reflejándola aquí y ahora.

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