Son muchas las personas que están propensas a creer que si perdonan a otros, deben renunciar a algo valioso. Quizás creen que tienen que humillarse o que tienen que contemporizar en cierto grado con el mal. Otro tal vez diga: “Yo puedo perdonar, pero olvidar, no”. Es muy probable que una de las creencias más comunes que tiene una persona que siente que ha sido calumniada o condenada, sea que tiene derecho a resentirse contra aquellos a quienes juzga culpables.
Jesús dijo: “No juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados” (Lucas 6:37). Y Mrs. Eddy escribe en Message to The Mother Church for 1902 (Mensaje a La Iglesia Madre para 1902, pág. 19): “El Científico Cristiano no guarda resentimiento; sabe que esto le causaría más daño que toda la malicia de sus enemigos”.
Aprendemos en la Ciencia Cristiana que experimentamos el resultado de nuestros propios pensamientos, ya sean éstos buenos o malos. La curación debe efectuarse primero en nuestra consciencia antes de que los buenos resultados se manifiesten en nuestros asuntos humanos. ¿No es esencial, entonces, que abriguemos pensamientos sanos, constructivos y divinos para toda la humanidad, si es que deseamos disfrutar de bienestar? A medida que amemos a nuestros semejantes, demostraremos nuestro amor por Dios.
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