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He recibido tantos beneficios de...

Del número de julio de 1972 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


He recibido tantos beneficios de los testimonios que he escuchado en las reuniones vespertinas de los miércoles y de los que he leído en nuestras publicaciones periódicas que espero que el relato de una maravillosa curación que tuve por medio de la Ciencia Cristiana, pueda alentar, en cierto modo, a otros que estén tratando de liberarse de los males provenientes del sueño de la vida mortal.

Durante casi ocho años concurrí a una Iglesia de Cristo, Científico. Durante esos años no quise aceptar enteramente esta enseñanza. Esto hubiera significado que yo dejara de beber bebidas alcohólicas en reuniones sociales, deshacerme de mi botiquín de medicinas, y que me apoyara completamente en Dios. Finalmente dejé de concurrir a los cultos de la iglesia. Y entonces, un día me encontré solo en una sala de aislamiento para tuberculosos de un hospital.

Había ido al hospital debido a un problema en una pierna. El médico dijo que sería necessario que me sometiera a un examen físico completo. Después que me sacaron una radiografía del tórax, el médico me dijo que tenía tuberculosis y me internaron en una sección especial. Mi ánimo decayó al máximo.

Fue cuando me hallaba en este estado de oscuridad que acudí a esta maravillosa religión y solicité tratamiento a una practicista de la Ciencia Cristiana. Le dije que no podía comprender por qué tenía que suceder una cosa como ésa. Me respondió que, debido a una manera de pensar errónea, yo mismo me había situado en el campo del enemigo, y que de mí dependía cambiar la base de mi manera de pensar a fin de liberarme. Me dijo que me aferrara al hecho espiritual de que era hijo espiritual y perfecto de Dios y que nada podía consumirme. Y entonces, un día, a eso del mediodía, el médico vino a mi habitación para decirme que no podía comprenderlo, pero que todos los exámenes daban resultados negativos, y que me sacaría de la sala de aislamiento, y que dentro de tres día podría regresar a mi hogar. Esto ocurrió exactamente después de una semana que me dijeron que tenía tuberculosis.

No puedo expresar con palabras la sensación maravillosa que sentí al salir de esa aparente prisión y respirar de nuevo el aire puro y fresco. Oportunamente mi esposa y yo nos hicimos miembros de una iglesia filial y ahora participamos en sus actividades.

Tuve que cumplir con las reglamentaciones sanitarias de la ciudad volviendo a ver al médico tres semanas después para que me sometiera a otro examen físico, y nuevamente me dijeron que estaba sano.

Todo lo que puedo decir es, que es maravilloso conocer esta magnífica religión, la Ciencia Cristiana, que Mary Baker Eddy ha dado a toda la humanidad, y que nos capacita para asirnos de la mano de Dios en la aparente oscuridad y ser conducidos a la perfecta luz de la comprensión espiritual.


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