He recibido tantos beneficios de los testimonios que he escuchado en las reuniones vespertinas de los miércoles y de los que he leído en nuestras publicaciones periódicas que espero que el relato de una maravillosa curación que tuve por medio de la Ciencia Cristiana, pueda alentar, en cierto modo, a otros que estén tratando de liberarse de los males provenientes del sueño de la vida mortal.
Durante casi ocho años concurrí a una Iglesia de Cristo, Científico. Durante esos años no quise aceptar enteramente esta enseñanza. Esto hubiera significado que yo dejara de beber bebidas alcohólicas en reuniones sociales, deshacerme de mi botiquín de medicinas, y que me apoyara completamente en Dios. Finalmente dejé de concurrir a los cultos de la iglesia. Y entonces, un día me encontré solo en una sala de aislamiento para tuberculosos de un hospital.
Había ido al hospital debido a un problema en una pierna. El médico dijo que sería necessario que me sometiera a un examen físico completo. Después que me sacaron una radiografía del tórax, el médico me dijo que tenía tuberculosis y me internaron en una sección especial. Mi ánimo decayó al máximo.
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