Es posible que aquel que está enfermo anhele considerarse a sí mismo en términos espirituales, audible o mentalmente. Pero tan pronto se siente bien, tal vez olvide los términos espirituales. Tal caso es señal de que le falta el deseo de apartarse del sentido material del yo y reconocer su identidad espiritual.
Esta renuencia a pensar de uno mismo como espiritual es un obstáculo para la curación. Representa una profunda negación de la Verdad. A menos que el practicista logre destruirla, el trabajo que se está haciendo se reduce a una charla mental, cuando debiera ser una acción mental. Esto presenta un desafío para los que desean poner en práctica la Ciencia de la curación Cristiana.
A menos que desafiemos el pensamiento acerca de nosotros mismos, por lo general nos identificamos a través de lo que vemos, oímos, olemos, gustamos y sentimos físicamente. Cuando le decimos a alguien “aquí estoy yo”, ese “yo” del que estamos hablando es un conjunto de impresiones del sentido físico que hemos llegado a considerar como nosotros mismos. Pero cuando estamos enfermos nos sentimos insatisfechos con algunas de estas impresiones. Si recurrimos a la Ciencia Cristiana para sanarnos, estamos preparados para negar enérgicamente esas impresiones, a las que consideramos nuestros dolores y sufrimientos, y el esfuerzo y tensión humana que pudieron haber causado la enfermedad. Pero preferimos que nada interfiera con las impresiones de los sentidos que no nos han molestado a lo largo de los años, y por medio de las cuales creemos haber obtenido satisfacciones personales que nos han hecho disfrutar de nuestras relaciones con los demás.
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