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¿Es la curación un milagro, o es el resultado de un punto de vista correcto?

Del número de abril de 1985 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Un cojo de nacimiento pedía limosna diariamente a la puerta del templo de Jerusalén. Dos hombres vinieron a orar, y el cojo pordiosero pidió limosna. Pero los hombres, Pedro y Juan, tenían mucho más que dar al pordiosero que sólo unas monedas. Habiendo presenciado recientemente la resurrección y ascensión de su gran Maestro, Cristo Jesús, estaban llenos de inspiración espiritual y del poder de Dios.

Pedro respondió al mendigo: “No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda”. Hechos 3:6. La Biblia dice que cuando Pedro lo tomó de la mano y lo levantó, se le afirmaron los pies y tobillos.

La gente de esa época interpretó esta curación como un milagro, pero, ¿qué había ocurrido realmente? ¿Cambiaron Pedro y Juan, por medios sobrenaturales, huesos y carne debilitados en huesos y carne fuertes y saludables? Por cierto que hubo un cambio en la condición física de ese hombre. Pero, ¿qué fue lo que efectuó esto? ¿Fue la luz del Cristo, la Verdad, que brillaba a través de la manera de pensar de Pedro y de Juan? Ellos tuvieron que haber percibido, en cierto grado, la realidad de lo que ya estaba allí, es decir, el hombre libre y espiritual de la creación de Dios que funciona debidamente.

Aun cuando es posible que los mortales hayan interpretado el acontecimiento como una curación milagrosa, la persona a la puerta del templo tuvo que haberse dado cuenta, por lo menos en cierto grado, de que su curación se había efectuado mediante el poder divino. La Biblia dice que “entró con ellos en el templo, andando, y saltando, y alabando a Dios”. Hechos 3:8.

La Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens) sostiene — y demuestra — que el punto de vista correcto y cristiano acerca del hombre, despierta a la gente para que expresen mejor la individualidad fuerte, libre y espiritual del hombre. Cuando la consciencia humana vislumbra el concepto espiritual del hombre semejante a Dios, ya no puede creer que la cojera y la escasez sean estables. Debido a que Dios es divino, Su semejanza, el hombre, tiene que expresar divinidad, no mortalidad. Debido a que Dios es incorpóreo, Su semejanza debe ser también incorpórea. Es indudable que el hombre tiene existencia verdadera, pero esta existencia está en la Mente, no en la materia.

La Ciencia Cristiana demuestra que la materia es, en realidad, un estado objetivo del pensamiento mortal. A medida que nuestra manera de pensar se eleva más alto en la comprensión de la totalidad, omnipotencia y omnipresencia de Dios, pensamos cada vez menos, en esta proyección falsa. Comprendemos que un hombre material y mortal, es un concepto falso o manifestación de la mente mortal.

Algunos creen que el efecto de la oración es inducir a la divinidad a tener misericordia del hombre mortal y cambiarlo en un hombre mortal mejor pero que todavía es mortal. Mas la Ciencia Cristiana fundamentalmente define la curación como un cambio de consciencia; un despertar espiritual que, a su vez, produce un cambio en las condiciones corporales y en el carácter. Este cambio no es un proceso sicológico de pensar positivamente. Es, más bien, una espiritualización del pensamiento que se efectúa cuando reconocemos que Dios es la fuente de nuestros pensamientos y de nuestra salud.

Cuando vislumbramos, aun en cierta medida, el punto de vista cristianamente científico, de que el Espíritu es real y la materia irreal, empezamos a comprender el hecho de que, puesto que todo lo que hizo Dios es bueno, no es el universo de Dios lo que necesita curación. La enfermedad no tiene realidad en la verdad del ser, aun cuando le parezca muy real a quien la está padeciendo. Por tanto, con una comprensión clara y específica de la naturaleza espiritual de Dios y el hombre, el practicista de la Ciencia Cristiana niega, mediante la oración, el testimonio de los sentidos materiales y cambia así la base de la manera de pensar de su paciente, de la materia al Espíritu.

Es el Cristo, la luz de la Verdad, que viene a la consciencia humana cuando se recurre a Dios en oración. Este Cristo, la Verdad, nos da la posibilidad de obtener un claro concepto del hombre espiritual.

Quien cambie los conceptos físicos por un punto de vista correcto acerca de la sustancia espiritual, puede obtener maravillosos resultados sanadores. Pero esta habilidad de cambiar lo irreal por lo real, pueden llevarla a la práctica sólo quienes han obtenido cierto grado de discernimiento moral y percepción espiritual tal como Pedro y Juan los tenían. Entonces la gran pregunta es: “¿Cómo se obtiene tal discernimiento o percepción?”

Primero, tenemos que estar orientados hacia un concepto más espiritual de la vida. Tenemos que regenerar nuestra vida y vivir sobre una base cristiana. Tenemos que estudiar para obtener iluminación espiritual y orar para lograrla. La percepción espiritual viene en la proporción en que nos espiritualizamos. Cuando oramos por tener la Mente de Cristo, nuestra vida lleva a la práctica nuestros deseos. Nuestras obras emulan progresivamente las obras del Maestro.

El mundo interpretará mal la naturaleza verdadera de la curación mientras no vislumbre el punto de vista espiritual de la curación. Pero el magnífico mensaje de la Ciencia Cristiana tiene mucho más que ofrecer al mundo que solamente la curación física. Multitudes vinieron a Jesús por “los panes y los peces” — los efectos tangibles de la Verdad — pero pocos comprendieron la iluminación espiritual que trajeron sus enseñanzas. Incluso íntimos seguidores, como Pedro y Juan, no emularon inicialmente sus obras poderosas en el grado elevado que fueron capaces de obtener después que la crucifixión y la resurrección les dieron un concepto nuevo y espiritual de la vida.

María fue la primera que, al llegar a la tumba, presenció al Salvador resucitado. Pero, ¿fue su interpretación del acontecimiento la de un muerto que resucita a la vida o la del hombre espiritual que ya es eterno en la Vida? Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana y autora de Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, explica: “María se había elevado hasta el punto de vislumbrar la eterna presencia de Dios, y la de Su idea, el hombre; mas su sentido mortal, invirtiendo la Ciencia y la comprensión espiritual, interpretó este aparecimiento como el Cristo resucitado. El Yo Soy no fue ni sepultado ni resucitado. El Camino, la Verdad y la Vida jamás estuvieron ausentes un solo instante. Esta trinidad del Amor vive y reina por siempre. Su reino, invisible para el sentido material, jamás desapareció para el sentido espiritual, sino que permaneció por siempre en la Ciencia del ser”.La unidad del bien, págs. 62–63.

Los Científicos Cristianos que se esfuerzan por emular a su Maestro, Cristo Jesús, tienen que cambiar el concepto del fenómeno de la curación, de la escena mortal a la realidad espiritual. La medicina material dirá: “Usted está enfermo; por tanto, tiene que morir”. La teología escolástica dirá: “Usted es mortal; por tanto, usted morirá”. Pero la Ciencia Cristiana demuestra que somos hijos de Dios, ni enfermos ni mortales, y que en El “vivimos, y nos movemos, y somos”. Hechos 17:28. La enfermedad y la mortalidad son falsas creencias acerca del hombre. Sólo el concepto científico acerca de Dios y el hombre, cuando es comprendido y demostrado, puede anular el concepto mortal y revelar al hombre en su entidad espiritual. La Sra. Eddy escribe: “En el pensamiento humano no existe suficiente poder espiritual para sanar al enfermo o al pecador. Sólo mediante las energías divinas debe uno o salir de sí mismo y entrar en Dios tan profundamente que la consciencia de uno sea el reflejo de la divina, o debe, por medio de argumentos y del conocimiento humano del mal y del bien, vencer el mal”.Escritos Misceláneos, pág. 352.

Para levantar al cojo y ponerlo de pie, como Pedro y Juan lo hicieron, necesitamos obtener la comprensión espiritual que ellos tuvieron que haber tenido. Sólo la sincera aceptación de la Verdad rasga el velo material de la escena humana. De esta manera se ve al hombre como realmente es: la idea indestructible de la Vida que por siempre vive bajo la dirección de la Mente.

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