...porque Dios lo ha capacitado a usted para comprenderlo a El y para comprender su relación con El. Esta comprensión se refiere únicamente a las ideas espirituales y no a los conceptos humanos acerca de cosas materiales.
Dios es enteramente inmaterial. El es Vida, Verdad y Amor, y no sólo un ser extraordinario que expresa vida, verdad y amor. Apartándose de la evidencia material (que sólo es el informe de los sentidos físicos inciertos y limitados) hacia la evidencia del bien espiritual (como vivacidad, veracidad, amabilidad, etc.), verá que estas cualidades le son más reales a usted. Comprometiéndose a buscar la bondad y la verdad espirituales en cada situación, tratando realmente de verlas y obedecerlas pese a toda evidencia contraria, es comenzar a vivir de acuerdo con la Ciencia Cristiana. A medida que el bien sea una parte cada vez mayor de su vida, usted sentirá la satisfacción y felicidad que naturalmente le pertenecen.
De hecho, descubrirá que en su ser verdadero, usted es intrínsecamente bueno. Por lo tanto, las cosas que no parezcan buenas acerca de usted, en realidad no le pertenecen. Usted comienza a identificarse con el bien, separando su concepto de sí mismo de todo lo que es malo, limitado o corrupto. Probar su verdadera identidad es lo que trae felicidad a su experiencia. En realidad, lo que usted siempre busca es el conocimiento de que usted ya es bueno. Y puede conocerse a sí mismo como la creación de la Mente infinita, perfectamente buena.
Aunque radicales, estos puntos de vista son la base del cristianismo que Cristo Jesús enseñó y practicó, el cristianismo primitivo tan a menudo olvidado por los sistemas contemporáneos.
La gente tiende a incorporar en su concepto de las cosas una premisa engañosa: que la materia es real y que es parte esencial de lo que es el hombre. Aceptan esto incluso cuando admiten que la materia es en sí limitada y mudable, y que está en constante estado de fluctuación. Esta aceptación de la materia como realidad final sólo puede llevar a una mayor confusión, y no al Espíritu perfecto y a su creación perfecta, el hombre.
El Espíritu y la materia son diametralmente opuestos. Tratar de combinarlos conduce a teorías absurdas acerca de Dios y del universo. Algunas teorías muestran al hombre como si fuera más material que espiritual y otras lo muestran más espiritual que material. Sin embargo, todas son menos que verdaderas, porque suponen que la materia tiene mucho que ver con el hombre.
La Ciencia Cristiana adopta la posición contraria: que la materia no es parte del hombre y que toda la sustancia del hombre está en el Espíritu, Dios. Esta premisa lleva a una visión totalmente espiritual del universo, en el cual todo lo que Dios hace es bueno, incluso el hombre, incluso usted.
¿Qué descripción de Dios y del universo quiere usted aceptar? ¿La que incluye la materia, el mal y un Dios que castiga a Su creación? ¿O la que incluye la espiritualidad, el bien y un Dios que es Amor?
El admitir para sí mismo que realmente se desea comprender la bondad de Dios y ser Su creación perfecta, eternamente amada, no es sólo una ilusión o un pensamiento positivo. Esta admisión es una clase de oración poderosa y práctica que puede cambiar su vida. Le ayuda a vencer la tentación de verse a sí mismo y a su prójimo como un ser débil, malvado, enfermo y destinado a morir. A medida que usted mantiene fielmente el punto de vista espiritual, descubre que usted y su prójimo son menos mortales y más bondadosos, vigorosos, solícitos y sanos.
Esto no ocurre en un instante. Y rara vez es fácil. Pero cada pequeña percepción ilumina el camino para la siguiente y si sus motivos son puros, será guiado hacia el camino correcto para usted. La Biblia nos asegura: “... tus oídos oirán a tus espaldas palabra que diga: Este es el camino, andad por él”. Isa. 30:21.
La Sra. Eddy nos asegura con firmeza: “El propósito y motivo de vivir rectamente pueden lograrse ahora. Llegando a este punto, habéis empezado como es debido. Habéis empezado por la tabla de sumar de la Ciencia Cristiana, — y nada excepto una intención malévola — puede impedir vuestro progreso”.Ciencia y Salud, pág. 326.
¡Qué alentador saber que cada uno puede comenzar allí donde ahora se encuentra! No se necesita tener un alto cociente de inteligencia. No tiene que recibir una instrucción especializada. Afiliarse a una iglesia, cumplir con sus reglas y participar en sus actividades son, por cierto, pasos felices en el camino. Estos pasos son tanto el resultado del crecimiento como estímulos para continuar creciendo. Sin embargo, su progreso no comienza (ni termina) en una organización. Comienza con su propia búsqueda de Dios y del significado de su vida: el deseo de alcanzar la verdad a toda costa.
Afortunadamente usted no está solo. Dios está colaborando con usted, y El se le está revelando de incontables maneras, como la Biblia lo indica a menudo: “Si...buscares a Jehová tu Dios, lo hallarás, si lo buscares de todo tu corazón y de toda tu alma”. Deut. 4:29.
Usted, por su parte, puede alimentar todos sus deseos de saber más sobre la bondad, desvincularse del mal y luchar por la humildad que permite que los buenos pensamientos se arraiguen y crezcan en su consciencia. Puede también practicar el perdón de sí mismo y una sincera gratitud por cada percepción obtenida. Personas de todas clases sociales, desde las menos instruidas hasta las más instruidas, han descubierto el poder transformador de las verdades expresadas en Ciencia y Salud. A partir de la página 600 encontrará ochenta y cuatro de los primeros testimonios de curación y de reforma, efectuados sólo mediante una atenta lectura o un profundo estudio de este libro. En las últimas páginas de esta revista, encontrará otros testimonios verificados sobre el efecto que una visión espiritualizada de la realidad tiene en las vidas de toda clase de gente en nuestros días.
La Ciencia Cristiana no es un misterio que sólo unos pocos elegidos pueden comprender. Y ciertamente no es algo a lo que se deba temer. ¡Es la verdad acerca de Dios y del hombre — de usted — y es una buena nueva! Usted tiene un derecho natural otorgado por Dios para entenderla.
