Estaba yo hablando por teléfono, mientras Daniel (de apenas 3 añitos) jugaba con un par de leños para el fuego del hogar y su martillito de plástico. Cuando de repente dio un grito y vino a verme llorando.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!