Siempre me ha gustado la historia de la Biblia sobre una mujer que había sufrido de flujo de sangre durante doce años, y recurrido a muchos médicos, pero no había sido sanada. Entonces oye hablar de Jesús, y a pesar de la gran multitud de gente que lo rodeaba ella decide acercarse a él por detrás y tocar su manto, pues decía: “Si tocare tan solamente su manto, seré salva”. Y así fue. (véase Marcos 5:25-29).
Este pasaje indica que esta mujer no dudó y tenía la certeza de que podía ser sanada. Al verse enfrentada a una afección física muy grave, ella fue receptiva al pensamiento angelical que la guiaba a tocar el manto de Jesús.
Me recuerda un pasaje de Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras por Mary Baker Eddy: “Toda agonía del error mortal ayuda al error a destruir el error, y contribuye así a la comprensión de la Verdad inmortal. Este es el nuevo nacimiento que continúa hora tras hora, por el cual los hombres pueden hospedar ángeles, las ideas verdaderas de Dios, el sentido espiritual del ser” (pág. 548).
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