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Sana de depresión

Del número de julio de 2014 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Original en español

Adaptado del programa radial de El Heraldo de la Ciencia Cristiana, titulado: “Una salida para la depresión”.


 Mi padre falleció hace seis años, y yo me sentía muy angustiada. Me sentía tan mal anímicamente, que no tenía ganas ni de levantarme de la cama.

Como estudiante de la Ciencia Cristiana había aprendido que la tristeza no le corresponde a los hijos de Dios, de manera que no me sentía conforme con ese estado de ánimo depresivo. Me di cuenta de que debía comprender que aunque mi papá no estaba presente físicamente, como todos nosotros, él es una idea espiritual en la Mente infinita, Dios, y una idea no puede morir.

Decidí pedir ayuda a una practicista de la Ciencia Cristiana, para que me ayudara con la oración a comprender mejor esta verdad espiritual. Ella me sugirió algunas lecturas. Sin embargo, al principio yo estaba rebelde y no quería leer nada. Así que mis hijos me leían esos pasajes y la Lección Bíblica, compuesta de citas de la Biblia y del libro Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras por Mary Baker Eddy. Este estudio nos prepara espiritualmente para enfrentar cada día, ayudándonos a mantener el pensamiento en sintonía con Dios, a estar en comunión con Él.

A medida que lo leía fui recibiendo los mensajes que necesitaba para liberarme de la tristeza.

Después de un par de días, empecé a investigar por mi cuenta. Comencé con una promesa del Prefacio de Ciencia y Salud que me llenaba de alegría: “Para aquellos que se apoyan en el infinito sostenedor el día de hoy está lleno de bendiciones”.

Encontré apoyo en un poema escrito por la Sra. Eddy, llamado “Himno de Comunión”. A medida que lo leía fui recibiendo los mensajes que necesitaba para liberarme de la tristeza. El mismo dice en parte:

La Verdad nos libertó
y la hallamos tú y yo
en la vida y amor del Señor.
(Mary Baker Eddy, Himnario de la Ciencia Cristiana, N° 298 © CSBD)

Esta frase me ayudó a darme cuenta de que era Dios el que me estaba liberando del pensamiento erróneo que tenía.

El poema también dice: “Al triste llama: ‘Ven a mi pecho, / tu llanto seca el Amor’”. Sentí que estas palabras me inspiraban a mantener mi pensamiento en la luz del Cristo, en su mensaje de salvación. Más adelante agrega, “tu tristeza borrará, / y feliz te llevará / a la gloria del día sin fin”. Sentí que esto era una promesa de que lograría salir totalmente de la oscuridad en que me encontraba.

Un día, estaba reflexionando sobre este pasaje: “El universo espiritual, incluso el hombre individual, es una idea compuesta, que refleja la sustancia divina del Espíritu” (Ciencia y Salud, pág. 468), y me di cuenta de que por ser el “reflejo” de Dios, nunca podemos pasar por situaciones oscuras o malas.

En aquella época, yo era Lectora en mi iglesia filial de la Ciencia Cristiana, así que para mí era muy importante sanar y liberarme pronto del sentimiento de pérdida y tristeza. Pensé que no podía desempeñar ese puesto con pensamientos de tristeza, de modo que solicité unos días de licencia. Pero pronto me di cuenta de que Dios, el Amor divino, nos elige para que trabajemos para Él, y nosotros podemos estar dispuestos a hacerlo. Yo no podía sucumbir a la tristeza. Tenía a mi alcance las armas que necesitaba, tal como el pastor de nuestra iglesia, la Biblia y Ciencia y Salud, y las Lecciones Bíblicas que podían ayudarme a liberarme definitivamente de esos sentimientos.

En la Biblia leí: “No temas porque yo estoy contigo, no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo. Siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia” (Isaías 41:10). Estas palabras me dieron la certeza de que la luz de Dios siempre está con nosotros, y nos protege continuamente cuando persistimos en Sus enseñanzas.

Un domingo, regresé a ocupar el cargo de Lectora. El tema de la Lección Bíblica ese día, era “Sacramento”, y la Lección incluía las mismas ideas con las que había estado orando para sanarme. Cuando terminé de leer me di cuenta de que había sanado por completo.

Es infinito el agradecimiento que tengo a Dios porque en cada momento, en cada situación Él nos hace ver que está presente constantemente.

Susana Beatriz Rivarola de Vidal, Buenos Aires

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