Quiero expresar mi gratitud por una curación que tuve hace muchos años.
Fue en los años 70 cuando, un día, durante mi acostumbrado aseo matinal, descubrí un cambio inusual en una parte de mi cuerpo. Yo conocía algunas mujeres que habían sido operadas debido a un cáncer, y esta condición física coincidía en gran medida con las descripciones que había oído y leído en relación con esta enfermedad. Estaba muy asustada. “Ahora realmente está ocurriendo”, pensé. Como dice Job en la Biblia: “Porque el temor que me espantaba me ha venido” (Job 3:25).
Ese mismo día me comuniqué con un practicista de la Ciencia Cristiana. Durante los últimos 30 años, yo había sido muy sana, y nunca había necesitado los servicios de un practicista. Al conversar con él, de inmediato sentí mucha confianza y consuelo.
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