Estoy en sexto grado. En julio, durante las vacaciones de la escuela, me gusta ir a un campamento de la Ciencia Cristiana en los Estados Unidos, porque aprendo muchas cosas nuevas, y aprendo a expresar valor, confianza, libertad, bondad, y otras cualidades que vienen de Dios.
Una noche, estábamos durmiendo en nuestras cabañas, y empezó a llover. Era una tormenta y los vientos eran fuertes. Yo no podía dormir y me quedé despierto hasta tarde. Tenía miedo y sentía mucho frío. A la mañana siguiente, no me sentía bien, y noté que empezaba a tener fiebre.
Hablé con la practicista de la Ciencia Cristiana del campamento, y ella me recordó la historia de la Biblia cuando Cristo Jesús calmó la tormenta (véase Mateo 8:23–27). Yo también me acordé de la historia cuando Jesús caminó sobre el mar (véase Mateo 14:22–33). En esta historia, el viento era muy fuerte cuando él caminaba sobre el mar, pero cesó cuando entró en la barca. Jesús no tenía miedo, así que calmó la tempestad y los vientos, y caminó sobre el mar. Yo tampoco tenía que tener miedo de la tormenta.
Estas historias eran para mí como un ancla que mantenía mi pensamiento firme en el amor de Dios. Yo sé que Dios siempre protege a Sus hijos. Me calmé, pero me pidieron que descansara en el edificio donde se quedan los enfermeros de la Ciencia Cristiana en ese campamento, y pasé la noche allí. Al día siguiente, me desperté completamente sano. Volví a hacer todas mis actividades, y más tarde ese día, fui a andar a caballo.
Estoy muy agradecido por la oración y el amor de la practicista y los enfermeros de la Ciencia Cristiana, y de todos los que trabajan en ese campamento.