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Un refugio seguro

Del número de julio de 2015 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


La historia de Noé en la Biblia, ofrece algunas percepciones espirituales útiles (véase Génesis caps. 6, 7 y 8).

Noé era un hombre justo que caminaba con Dios. Como Le obedecía, era receptivo a Su guía y protección. Así que Dios le da instrucciones para que construya un arca para salvarse del diluvio que se avecinaba. Noé obedece, y cuando comienza el diluvio entra en el arca con toda su familia, muchos animales, y todo tipo de alimentos, como Dios le había indicado.

Mary Baker Eddy define el arca como: “Seguridad; la idea, o reflejo, de la Verdad, que se comprueba que es tan inmortal como su Principio; la comprensión del Espíritu, que destruye la creencia en la materia” (Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, pág. 581). Estamos en el arca siempre que mantenemos nuestro pensamiento lleno de bondad, honestidad y pureza, que expresamos gratitud y alegría, y oramos para comprender la Verdad y el Amor divinos. Espiritualizar nuestro pensamiento de esta manera nos ayuda a rechazar la tentación de creer que una dificultad que puede que estemos enfrentando sea real; eleva nuestro pensamiento para que veamos la realidad espiritual y armoniosa que está siempre presente, a pesar de lo que veamos con nuestros ojos físicos.

Un aspecto de la experiencia de Noé que me llamó la atención fue que cuando dejó de llover, Noé envió un cuervo para confirmar si había tierra firme, pero el cuervo no regresó. Luego, envió una paloma que volvió al arca porque no encontró donde pararse. Días después, Noé volvió a enviarla y esta vez la paloma regresó trayendo una ramita de olivo. Esto no solo era una señal de que las aguas habían bajado, sino una promesa de que todo estaría bien. A mí me gusta la persistencia de esa paloma que no se dio por vencida, y que regresó al arca en busca de protección. Hasta que finalmente, siete días después, Noé la volvió a enviar, y como las condiciones externas eran seguras para la paloma, ya no regresó.

La seguridad y protección del Amor divino, simbolizadas por el arca, están siempre a nuestro alcance, dondequiera que estemos, permitiéndonos avanzar seguros en nuestra vida activa y trabajo diario.

Patricia del Castillo

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