La historia de Noé en la Biblia, ofrece algunas percepciones espirituales útiles (véase Génesis caps. 6, 7 y 8).
Noé era un hombre justo que caminaba con Dios. Como Le obedecía, era receptivo a Su guía y protección. Así que Dios le da instrucciones para que construya un arca para salvarse del diluvio que se avecinaba. Noé obedece, y cuando comienza el diluvio entra en el arca con toda su familia, muchos animales, y todo tipo de alimentos, como Dios le había indicado.
Mary Baker Eddy define el arca como: “Seguridad; la idea, o reflejo, de la Verdad, que se comprueba que es tan inmortal como su Principio; la comprensión del Espíritu, que destruye la creencia en la materia” (Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, pág. 581). Estamos en el arca siempre que mantenemos nuestro pensamiento lleno de bondad, honestidad y pureza, que expresamos gratitud y alegría, y oramos para comprender la Verdad y el Amor divinos. Espiritualizar nuestro pensamiento de esta manera nos ayuda a rechazar la tentación de creer que una dificultad que puede que estemos enfrentando sea real; eleva nuestro pensamiento para que veamos la realidad espiritual y armoniosa que está siempre presente, a pesar de lo que veamos con nuestros ojos físicos.
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