P: Tengo miedo de tener otro ataque de pánico. Ayúdame.
R: Entiendo lo que sientes. Pero tener un ataque de pánico no significa que debas tener otro. Nunca más. Lo sé por una curación que tuve.
Estaba en casa solo, cuando me sentí abrumado por una sensación de entumecimiento mental y casi terror. Me sentí desorientado, como si estuviera en una niebla. Pero logré abrirme pasos hasta el sofá donde me acosté, sintiendo un enorme peso mental que no creía poder soportar.
Me di cuenta de que necesitaba ayuda inmediata. Nunca antes me había sentido así, y aunque he tenido otras curaciones mediante la oración, no pensaba que tuviera ningún marco de referencia para encontrar alivio en esta situación. Estaba agradecido de que me hubiera venido al pensamiento el nombre de un practicista de la Ciencia Cristiana y de haber podido enviarle un breve correo electrónico pidiéndole ayuda y diciéndole que pensaba que quizá estaba teniendo un ataque de pánico.
Pronto sentí que mi teléfono vibraba alertándome de que había recibido un correo electrónico. Era el practicista, quien me aseguró que estaba disponible para ayudarme de inmediato y me recordó que podía dejar mansamente que Dios, la Mente divina, me mostrara el camino a seguir.
Este es un punto de partida muy útil para lidiar con los problemas de salud mental en general: saber que Dios es realmente la única Mente y que Él es totalmente bueno. Podemos orar desde la base de que no tenemos una mente o un cerebro que pueda sentir pánico, estar ansioso o ser consumido por pensamientos sombríos. La Mente divina está llena de luz, alegría y paz, y, en realidad, esta es nuestra única Mente. Además, podemos saber que nunca estamos solos, luchando por encontrar la manera de salir de un problema aterrador. Los pensamientos de Dios están siempre presentes para consolarnos y mostrarnos el camino a seguir.
El practicista también compartió conmigo este pasaje del libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, por Mary Baker Eddy: “Deja que la Ciencia Cristiana, en vez del sentido corporal, apoye tu comprensión del ser, y esta comprensión sustituirá el error por la Verdad, reemplazará la mortalidad con la inmortalidad y silenciará la discordancia con la armonía” (pág. 495). Esta declaración me ayudó a ver que en lugar de luchar por encontrar las ideas que necesitaba para ser sanado, podía aceptar que ya me estaban cuidando por completo y cuán confiable es el cuidado de Dios.
Esta idea de dejar que la Mente divina me informara, me apoyara y me sanara —en lugar de que todo dependiera de mí— fue un gran alivio. Todavía estaba desorientado y abrumado, pero también sentía mucha paz al saber que no era mi responsabilidad personal hacer que el pánico desapareciera. Pronto, el miedo comenzó a desaparecer.
Nunca estamos solos, luchando por encontrar la manera de salir de un problema aterrador. Los pensamientos de Dios siempre están ahí para consolarnos y mostrarnos el camino a seguir.
Al cabo de una hora, pude llevar a mi perro a pasear. Todavía me sentía un poco inestable, pero seguí volviendo mi pensamiento a Dios con un interés genuino y escuchando mansamente lo que Él tenía que decir, para poder comprender mejor cuánto me ama. Me encontré cada vez menos preocupado por lo que había estado sucediendo y sintiéndome cada vez más lleno del amor de Dios.
En tres horas, estaba bien otra vez. Y no solo me liberé por completo del pánico en ese momento, sino que nunca más he experimentado ese tipo de ataque.
Esta curación me demostró que no importa cuál sea la forma de los ataques de pánico, cualquiera puede liberarse de este problema —y rápidamente— porque la ley del Amor, Dios, que me liberó es universal. Es una ley para todos, y es constante.
Cuando oras, las ideas que te ayudan quizá sean diferentes de las que me ayudaron a mí. Pero puedes saber que esta ley está siempre operando a tu favor, y descubrir, como lo hice yo, que puedes apoyarte por completo en Dios a medida que avanzas, y encontrar curación.