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La curación divina es una clara evidencia del Cristo, la verdadera idea de Dios. Cuando nos consideramos incapaces de sanar, nos alejamos del Cristo. La Navidad es un momento encantador para apreciar y demostrar la curación, para saber que el Cristo está siempre presente y es eficaz.
Luego pensé en las ardillas y en lo mucho que todavía las amaba. Las vi inocentes y juguetonas. Ciencia y Salud explica: “Todas las criaturas de Dios, moviéndose en la armonía de la Ciencia, son inofensivas, útiles, indestructibles” (pág. 514). Sabía que, en verdad, las ardillas no podían lastimarme, y yo no podía lastimarlas.
Las cualidades de Dios, incluido el evidente valor en la historia de la natividad, son las que nos hacen avanzar. Y a medida que este valor más profundo y propio del Cristo se comprende y vive más ampliamente, nos lleva hacia la consciencia espiritual que tiene soluciones para todo.
A lo largo de los años, a medida que he estudiado la Biblia a la luz de las enseñanzas de la Ciencia Cristiana, me he dado cuenta de que la pregunta “¿Qué haré hoy?” no es una mera pregunta ociosa. Es probable que mis decisiones sobre qué hacer tengan un efecto en mí y en las personas que conozco.
El Cristo, la santidad que Jesús encarnó, nos permite “lograr el ministerio de la justicia”. El Cristo siempre está activo en la consciencia humana, guiándonos individual y colectivamente por el camino de la salvación, nuestra libertad absoluta de toda consciencia y condiciones discordantes.
Me senté allí y realmente pensé en cuánto amor y armonía había a mi alrededor. También pensé en que Dios nunca permitiría que me lastimaran porque Dios es Amor.
Me aferré a la verdad, con absoluta autoridad divina, de que nunca podría estar separada del amor de Dios, sin importar lo que pareciera estar pasando. Mi pensamiento se elevó muy por encima de la aparente repetición del mal, y llegué a la hermosa revelación de que estaba eternamente intacta y eternamente segura en los brazos de Dios.
Original en español
Ese fue el inicio de mi estudio de la Ciencia Cristiana, y marcó un antes y un después en mi vida. En Argentina a veces llamamos a estos eventos “bisagra”, como la de una puerta. Para mí se cerró una puerta y se abrió otra maravillosa —la Ciencia Cristiana— y me trajo muchas bendiciones.
Nuestra práctica de la Ciencia Cristiana está respaldada por las verdades espirituales de la Biblia. La luz que ilumina los rincones oscuros de la consciencia global brilla desde la luz poderosa, sanadora e inextinguible de la Palabra viva, la Biblia.
Aprendí desde el principio que, al igual que un rayo de luz proviene del sol, mi vida es la expresión de Dios y Su bondad.