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Original Web

EDITORIAL

“Paz, a todo corazón”

Del número de septiembre de 2022 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 23 de mayo de 2022 como original para la Web.


Hoy en día, un profundo anhelo de paz toca los corazones humanos en todas partes. Hace miles de años, los escritores de la Biblia también sintieron esta necesidad en su propia época e incluyeron muchas inspiradoras referencias a Dios trayendo paz a la vida de las personas. En el libro de los Salmos, por ejemplo, leemos: “El Señor dará fuerza a su pueblo; el Señor bendecirá a su pueblo con paz” (29:11, LBLA). Y más tarde, en el Nuevo Testamento, encontramos este saludo cerca del final de la Epístola a los Efesios: “Paz sea a los hermanos, y amor con fe, de Dios Padre y del Señor Jesucristo” (6:23).

A lo largo del Antiguo Testamento, la palabra hebrea utilizada para la paz es predominantemente šālôm, comúnmente traducida shalom en inglés. Esta paz no solo se refiere a la ausencia de conflicto entre individuos o naciones, sino que también apunta a la tranquilidad interior para cada uno de nosotros, una tranquilidad espiritual que incluye un genuino sentido de integridad o plenitud.

Las obras sanadoras de Jesús podrían considerarse actos supremos de shalom, de traer un renovado reconocimiento de la integridad de un individuo y tranquilidad espiritual a aquellos a quienes sanó. Pensemos, por ejemplo, en un hombre con lepra que había sido un paria en su propia comunidad debido al miedo generalizado a su enfermedad. O de la mujer que había experimentado severo sangrado durante 12 años y no había encontrado alivio por más que lo había intentado o cuánto dinero había gastado en busca de una cura. Cuando fueron sanados por el poder espiritual del Cristo —la idea divina de Dios que trae luz y gracia a la consciencia humana— estos individuos ciertamente deben de haber sentido no solo gratitud y alegría y una fe más firme en Dios, sino una profunda tranquilidad en el corazón.

Y hoy, si enfrentamos vidas perturbadas o fracturadas, o incluso sociedades, reconocer en nuestras oraciones que Dios ha provisto una verdadera integridad espiritual para todos Sus hijos es una fuerza poderosa para la curación y el bien. Cada uno de nosotros es, en verdad, el reflejo espiritual de Dios, el Amor divino. Y así como este Amor infinito es en sí mismo perfectamente completo, la imagen y semejanza de Dios —tú y yo— también debe ser completa. El reflejo de Dios no carece de quietud espiritual o estabilidad. Comprender y afirmar en nuestras oraciones que el hombre de Dios es Su eterna expresión íntegra y completa ayuda a establecer en nuestras vidas aquí y ahora que la verdadera paz, shalom, es la voluntad de Dios para cada uno de nosotros y para todos nosotros.

Incluso podemos reconocer que esta paz es la ley de Dios, una ley espiritual que no puede ser socavada, obstruida ni anulada. Jamás puede ser desplazada por personas, sucesos o circunstancias. La ley de Dios verdaderamente expresa Su divina voluntad para nosotros. La ley de Dios de la paz perfecta es, por lo tanto, fundamental para nuestra experiencia presente y para toda la realidad. No importa cuál sea la situación que nos rodea o cuán perturbadas o destruidas puedan parecer las cosas, podemos aprovechar la paz y la guía perfectas de Dios (quien nada tiene que ver con el mal) y ser guiados tiernamente a cada siguiente paso que establezca tangiblemente esta paz en nuestros corazones y vidas.

Hay otro pasaje en el Nuevo Testamento que es inspirador y práctico para ayudar a orar acerca de la paz. En la traducción de The Living Bible leemos: “No te preocupes por nada; en cambio, ora por todo; dile a Dios tus necesidades, y no te olvides de agradecerle por sus respuestas. Si haces esto, experimentarás la paz de Dios, que es mucho más maravillosa de lo que la mente humana puede comprender. Su paz mantendrá vuestros pensamientos y vuestros corazones tranquilos y en reposo” (Filipenses 4:6, 7). 

Mary Baker Eddy, quien fundó la Ciencia Cristiana, también proporciona orientación sobre la paz en Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras. Ella escribe: “La vida y la bienaventuranza espirituales son las únicas evidencias por medio de las cuales podemos reconocer la verdadera existencia y sentir la paz inefable que viene de un amor espiritual que lo absorbe todo” (pág. 264).

Nuestra propia paz interior, nuestro shalom genuino, está intrínsecamente ligada a lo que el amor realmente es y hace: a Dios como Amor infinito que nos bendice a cada uno de nosotros, a nuestra propia expresión del amor de Dios día a día y momento a momento, a “un amor espiritual que lo absorbe todo”. Y cuando pensamos en la paz que la sociedad misma necesita tanto hoy —esta paz pura y divina de Dios— nos anima saber que nuestras oraciones no solo ayudan a mantener nuestros propios pensamientos y corazones tranquilos y en reposo, sino que pueden sacar cada vez más a la luz para nuestro mundo “todas las glorias de la tierra y del cielo y del hombre” (Ciencia y Salud, pág. 264).

William E. Moody
Escritor de Editorial Invitado

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