Tenía un trabajo importante que debía entregar en cinco días, y no lo había comenzado. De hecho, ni siquiera tenía un tema.
Mi profesor había distribuido una lista de opciones de temas, pero todos parecían oscuros o aburridos. No lograba elegir ninguno de ellos.
A medida que se acercaba la hora cero, me daba cuenta de que llegaba el momento de hacer algo que debería haber hecho antes; algo que había hecho muchas veces como estudiante de la Ciencia Cristiana. En oración, me dirigí a Dios, la inteligencia infinita, en busca de ayuda.
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