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El poder del Amor

Del número de octubre de 1959 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


El Amor es la fuerza más grande y poderosa del mundo. Dios es Amor, tal como lo declara la Biblia, y Su imagen y semejanza, el hombre, refleja el poder divino porque refleja el Amor. El amor espiritual no debe confundirse con su falsificación mundana que es variable y está desprovista de poder verdadero.

La Christian ScienceNombre que Mary Baker Eddy dió a su descubrimiento (pronunciado Crischan Sáiens). La traducción literal de estas dos palabras es “Ciencia Cristiana”. nos enseña cómo experimentar el poder del Amor divino en nuestras vidas y cómo usarlo cuando tratamos con nuestro prójimo. Cristo Jesús nos indica cómo hacerlo. El demostró que el amor debe ser vivido si uno desea reflejar poder. Mary Baker Eddy dice en Miscellaneous Writings (Escritos Diversos, pág. 250): “El amor no puede ser una mera abstracción, o bondad sin actividad ni poder.”

El lugar más obvio en el cual comenzar a practicar el amor es en nuestros hogares y entre aquellos con los cuales nos vemos asociados en nuestras actividades diarias. En cualquier situación la paciencia, la tolerancia y la buena voluntad aportarán la tranquilidad, a la cual la irritación, la dureza y los retos desearía destruir. La cortesía común y corriente es una forma de demostrar amor. El amor nos proporciona el poder de hablar intrépidamente cuando es menester descubrir los métodos escondidos del mal, o de permanecer callados cuando nos sentimos tentados de señalar innecesariamente las faltas de los demás.

Si nos vemos falsamente calumniados el Amor divino nos da el poder de probar el mal que cometen nuestros calumniadores mediante nuestra manera correcta de vivir y nuestro modo de pensar justo, el cual incluye el perdón. Una persona no puede saber lo que otra piensa en lo profundo de su corazón, que desilusiones, frustraciones o creencias de temperamento puedan ser la causa de una cierta reacción. Pero sí podemos saber que el hombre es realmente espiritual ahora.

El amor comprensivo aparta el supuesto mal de la persona y de ese modo puede el mal ser gobernado y destruido por la Verdad de modo impersonal. Con amor en el corazón, podemos mover montañas de prejuicios y de odio que reclaman existencia. Esto fué ilustrado en un incidente relatado por Irving C. Tomlinson en su libro Twelve Years with Mary Baker Eddy (Doce años con Mary Baker Eddy). En las páginas 62–65 él nos cuenta que en el año 1907 diversos repórteres trataron de obtener entrevistas con Mrs. Eddy relacionadas con el juicio llamado “Juicio de amigos más cercanos.” Uno de los repórteres más tarde dijo entre otras cosas: “Estábamos allí para difamar a Mrs. Eddy si lo podíamos. ... Queríamos si era posible vincular a Mrs. Eddy con lo ridículo y lo ofensivo para exponerla y denunciarla.”

Uno de los repórteres, el jefe de ellos, estaba sufriendo de una condición maligna a la garganta. Mientras se hallaban reunidos una noche en la pieza de un hotel el Sr. Tomlinson habló por teléfono diciéndoles que Mrs. Eddy no podría verlos. Ella había ordenado al Sr. Tomlinson que hablara directamente con el jefe de los repórteres. Pero a este se le consideraba demasiado enfermo para ir al teléfono, además había perdido la voz.

Se le rogó de todos modos que viniera al teléfono para que pudiera oír lo que se le diría aunque no pudiese hablar. Enfadado fué al teléfono. El Sr. Tomlinson escribe: “El repórter escuchó unos momentos. Los que estaban en la pieza por supuesto no podían oír lo que se decía, pero cuando este hombre dejó el teléfono no sólo podía hablar perfectamente mas también había sanado.”

Años más tarde un sobrino de este repórter informó al Sr. Tomlinson que su tío se había tornado a la Christian Science en sus últimos días y había reconocido la deuda de gratitud que tenía con Mrs. Eddy.

En el amor no existe la debilidad; pero para que este amor sea fuerte debe ser tierno y benévolo, al mismo tiempo que firme y constante. Jesús tuvo compasión de la mujer cuyo hijo había muerto. En este caso como en tantos otros que relatan las Escrituras Jesús reconoció la presencia y el poder del Amor, que vence al mal.

La compasión del Maestro tan opuesta a la crueldad, la inhumanidad o la dureza, era tan profunda que avivó e intensificó su comprensión de la irrealidad del mal. Y es así como pudo consolar a los tristes, sanar al enfermo y aun vencer al último enemigo llamado la muerte. El Amor era el libertador.

Jesús demostró el hecho que la ley eterna del Amor no ha sido limitada a ningún tiempo o lugar específicos. Siglos antes Daniel se había sentido a salvo en la cueva de los leones en razón de que mantuvo al amor en su pensamiento. Y fué el amor el que hizo percibir a los celosos hermanos de José, muchos años después que le vendieron a la esclavitud, el error que habían cometido al odiarle.

Mediante un estudio de estos relatos y muchos otros similares en la Biblia podemos adquirir la confianza de aplicar en nuestra era la ley del Amor a cualquier situación, no importando cuán compleja o simple aparente ser.

Una señora que caminaba un día por la calle se encontró con un pequeño niño que le apuntó con un revolver de juguete y le dijo: “¡Te odio!” La señora sonrió y le dijo: “¿De veras? Pues yo no te odio. Yo te quiero.” La actitud del niño cambió inmediatamente. Se olvidó de su revolver y comenzó a caminar al lado de su nueva amiga conversando amablemente con ella hasta que se separaron.

Cuando la humanidad llegue a la comprensión que el Amor es el único poder verdadero, las armas materiales serán abandonadas. Entonces se cumplirá la profesía de Isaías que dice (Isa. 2:4): “Forjarán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces: no alzará espada nación contra nación, ni aprenderán más la guerra.”

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