La Christian ScienceNombre que Mary Baker Eddy dió a su descubrimiento (pronunciado Crischan Sáiens). La traducción literal de estas dos palabras es “Ciencia Cristiana”. revela a Dios como el infinito, el Todo. De modo que El es supremo por sobre todo. El es el solo y único Ser en el sentido que El es el solo creador u origen de todo aquello que existe verdaderamente. En realidad nada hay que posea entidad o vida separada de Dios. Pablo dice (Hechos 17:28): “En él vivimos, y nos movemos, y tenemos nuestro ser.” Mary Baker Eddy, con su discernimiento espiritual característico, escribe en “Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras” (pág. 285): “El momento ha llegado, cuando una noción finita del infinito y de un cuerpo material como el asiento de la Mente tiene que ceder a un concepto más divino de la inteligencia y sus manifestaciones, — al entendimiento más claro que la Ciencia da del Ser Supremo, o el Principio divino, y de su idea.”
Esta verdad absoluta de la supremacía de Dios se demuestra prácticamente en nuestra experiencia humana cuando comprendemos la verdadera naturaleza del hombre inseparable de Dios. Mrs. Eddy dice (ibid., pág. 554): “No hay tal cosa como mortalidad, ni hay actualmente seres mortales, porque el ser es inmortal, como la Deidad, — o, mejor dicho, el ser y la Deidad son inseparables.” Este Ser inmortal, Dios, no es algo teórico, abstracto o remoto. El es el Dios viviente, y el hombre es Su expresión viviente.
Se ve entonces claramente que no basta que meramente conozcamos a Dios. Debemos demostrar el hecho que somos en realidad Su expresión viviendo las cualidades divinas. Entonces llegamos a ser una ley para con nosotros mismos, y esta ley viva gobierna toda nuestra experiencia armoniosamente. Nuestra Guía dice en Miscellaneous Writings (Escritos Diversos, pág. 82): “El hombre es la descendencia y la idea del Ser Supremo, cuya ley es perfecta e infinita. En obediencia a esta ley, el hombre está siempre desarrollando las beatitudes inagotables del Ser; pues él es la imagen y semejanza de la Vida, la Verdad y el Amor infinitos.”
La Christian Science revela la Vida como Dios. Ya que esta Vida es el Ser Supremo, en realidad no existe ningún otro ser o vida. Y sin embargo la creencia mortal nos urge constantemente a que aceptemos el punto de vista completamente opuesto. Asevera que la vida es una posesión personal, localizada dentro de un cuerpo material. Todos los esfuerzos de la humanidad para comprender la vida sobre esta base han sido inútiles.
¡ Cuán inefable es nuestro gozo cuando comenzamos a vislumbrar la verdadera naturaleza del ser del hombre como el reflejo de Dios! Al discernir a Dios como la Vida — como presencia, poder, inteligencia y actividad vivientes y únicos — percibimos algo del ser inmortal del hombre, ilimitado, perfecto, espiritual y eterno. Cuando aprendemos cómo pensar y actuar de acuerdo a estas verdades, irradiamos esta divina presencia viva en todas partes. Las falsas reclamaciones de vida o existencia son entonces destruidas.
El Científico Cristiano también aprende que Dios, la Vida, es la Verdad, que reina suprema por sobre todo. En consecuencia no hay otra verdad. Todo aquello desemejante a la Verdad es error, totalmente irreal e inexistente. El verdadero ser del hombre como reflejo de la Verdad es puro y perfecto. El error no ha tocado jamás al hombre verdadero y ni ha entrado tan siquiera en la ilimitada circunferencia de su ser. Las luchas de la experiencia humana representan sólo la agonía de un sueño que se desvanece. Es sólo en la consciencia humana donde la creencia del error debe ser destruida mediante nuestro despertar a una comprensión más clara de la Verdad como el Ser Supremo.
Quizás un concepto aún más claro de la supremacía de Dios pueda ser adquirido cuando comprendemos a Dios como el Amor divino. De cierto, cuán obscura y triste se troca nuestra vida sin amor — el afecto puro. En la Ciencia hallamos que no podemos vivir en realidad sin expresar el Amor. El Amor divino es el único Ser verdadero, supremo por sobre todo. El hombre, como expresión de Dios, es la imagen y semejanza de su Padre-Madre Amor. De modo que el Amor es el Principio del ser del hombre, la fuente y origen de la ley que gobierna su experiencia, el poder que impele y que está desenvolviendo eternamente toda la belleza, el gozo, la abundancia y el bien verdaderos. El Amor divino no es caprichoso o inconsecuente. El Amor es el “Padre de las luces, de parte de quien no puede haber variación, ni sombra de mudanza” (Santiago 1:17). El único fracaso aparente se debe a nuestro descuido de vivir de acuerdo a las cualidades del Amor divino. Vivir el Amor manifiesta el suave pero al mismo tiempo poderoso espíritu del Cristo, que sana.
Cristo Jesús no reconocía otra vida o ser aparte de Dios. Su comprensión de la supremacía de Dios era tan pura que le capacitó para vencer cualquier reclamación de la existencia aparte de El. Su ejemplo grandioso demostró la absoluta supremacía de la Vida, la Verdad y el Amor divinos.
A través de la Christian Science el Cristo revela la filiación del hombre con el Dios viviente. Mrs. Eddy comprendió a Dios como el único Ser Supremo. Ella no presentó la Christian Science como una mera teoría. Ella concibió a la Ciencia divina como la Ciencia del Cristo viviente que revela a Dios, el Espíritu, como el origen y la substancia misma del ser del hombre.
Hace algunos años el autor experimentó los síntomas de una enfermedad que él creyó era apendicitis. Sus esfuerzos por hacer frente al error mediante su comprensión de la Christian Science aparecían ineficaces, y el dolor fué gradualmente en aumento. A este punto pidió ayuda a un practicista de la Christian Science. Al responderle afectuosamente el practicista le recordó que Dios, el Espíritu, es el único Ser, y que en razón de que el Ser divino no posee elemento material, no puede en realidad existir tal cosa llamada apendicitis.
A medida que el que escribe meditaba larga y profundamente acerca de la gloria maravillosa de la supremacía de Dios, el peso del temor y del dolor se desvaneció. Se sintió tan elevado con este vislumbre del Ser Supremo que sólo algún tiempo después se dió cuenta que su curación se había llevado a cabo.
Dios, el bien, es el Ser Supremo único e infinito, y el hombre es Su reflejo perfecto. Esforcémonos pues firmemente por ampliar nuestra comprensión de estas verdades todopoderosas y por expresarlas en nuestros asuntos humanos. De ese modo veremos el cálido y suave resplandor del Ser Divino irradiando y virtiendo su luz sobre nosotros, destruyendo las sombras del error y revelando la perfección y la pureza de todo ser verdadero. Con inmensa gratitud podemos reclamar y vivir el ser genuino del hombre, y regocijarnos en estas palabras del Salmista (Salmo 104: 33): “¡ Cantaré a Jehová en toda mi vida; a mi Dios tañeré salmos mientras yo tenga ser!”
