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¿Esclavitud o libertad?

Del número de abril de 1959 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Nadie quiere ser un esclavo, sin embargo muchas personas son esclavas del temor, la ignorancia, la enfermedad, el pecado o la falta de provisión. Al igual que Jesús libró al hombre junto al estanque de Betesda de una esclavitud que se había impuesto a sí mismo y que duraba desde hacían treinta y ocho años, así también la Christian ScienceNombre que Mary Baker Eddy dió a su descubrimiento (pronunciado Crischan Sáiens). La traducción literal de estas dos palabras es “Ciencia Cristiana”. está aquí hoy para todos y para señalar el camino que nos librará de la esclavitud del pecado y el sufrimiento y nos llevará a la libertad de que gozan los hijos de Dios.

Tal como en la alegoría de Adán y Eva, la serpiente todavía susurra a la consciencia humana. En lenguaje moderno dice: “Sigue a la multitud. No pierdas la satisfacción que aporta la vida material. No seas diferente de los demás o serás impopular. Para ser hombre y tener éxito en los negocios o en las actividades sociales debes hacer lo que hacen los demás.” La aceptación de tales sugestiones perversas es el camino que lleva a la esclavitud, no a la libertad, a la calamidad, no al concepto del hombre verdadero.

Al referirse a las creencias pecadoras y enfermizas del sentido material que esclavizan al hombre, Mary Baker Eddy escribe (Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, pág. 405): “Sofocad estos errores en sus comienzos, si no queréis fomentar un ejército de conspiradores contra la salud, la felicidad y el buen éxito.” Mediante el razonamiento correcto basado sobre las enseñanzas de la Christian Science debemos despertar nosotros mismos o ser despertados a los peligros de la indulgencia propia. Por la oración y el estudio obtenemos un concepto más elevado de nosotros mismos como hijos de Dios. Aprendemos que la ley de Dios del bien siempre presente está a la mano para gobernar cada uno de nuestros pensamientos y acciones.

Por medio del estudio y la oración encontramos que Dios es Amor que todo lo rodea y que estamos en verdad incluidos en ese Amor como una de sus ideas puras e intachables. Aprendemos que como ideas del Amor estamos satisfechos, somos completos y estamos libres de las reclamaciones y susurros de la serpiente — el mal. Estas visiones gloriosas de la creación, aceptadas y contempladas por el pensamiento, nos ayudarán a convencernos de la naturaleza esclavizante y degradante de la indulgencia a la pasión y los apetitos falsos. Las verdades de la Christian Science, al ser aceptadas honradamente y mantenidas persistentemente, guiarán a un deseo de seguir el bien y permitirán que la ley de Dios gobierne el pensamiento.

Cedemos al mal sólo en tanto que creemos que es verdadero, necesario o que contribuye de alguna manera a nuestra felicidad. De modo que es importante obtener mediante la oración y el estudio el reconocimiento de la irrealidad e impotencia del mal. Este sentido correcto del pecado se adquiere a medida que nos convencemos de la totalidad de Dios — Su omnipotencia y omnipresencia. Luego vienen el remordimiento y el deseo de abandonar las creencias y costumbres falsas.

Uno de los pasos a tomarse para echar fuera el error es la reformación, es decir la prueba de nuestra sinceridad. En la Christian Science aprendemos que nos libramos del sufrimiento que resulta del pecado sólo cuando dejamos de pecar. Cuando nos sentimos con el deseo de gratificar los apetitos falsos es prudente tornarse inmediatamente a Dios y percibir que Su ley inerrable está siempre presente para censurar al mal, y para guiar y fortalecer nuestro pensamiento y propósito.

Debemos aprender a ser tan persistentes en declarar y mantener la verdad acerca de nuestra filiación espiritual cuanto aparenta serlo el error cuando trata de forzar sus reclamaciones. El Salmista estaba firmemente convencido que Dios, su Pastor, estaría con él “aun cuando ande por el valle de la sombra de la muerte” (Salmo 23:4); también dijo: “Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis adversarios.”

En la Christian Science se nos enseña a que acordemos de estar en desacuerdo con nuestro adversario presto cuando le encontremos. Este método de hacer frente y vencer al pecado es el mismo que se emplea para vencer la enfermedad — mediante el reconocimiento de la omnipresencia y omnipotencia de Dios. Mrs. Eddy dice (Ciencia y Salud, pág. 390): “Combatid los estados incipientes de la enfermedad con una oposición mental tan poderosa como la que emplearía un legislador para impedir la aprobación de una ley inhumana.”

La mayoría de los hombres no titubearía por un momento de salir en defensa de su familia, negocio o país si estos fueran atacados por un enemigo. Cuánto más deberíamos luchar por la liberación de las reclamaciones esclavizantes y degradantes de los sentidos materiales que nos robarían de nuestro verdadero ser de hombres, de la salud, la paz y la felicidad. Jesús nos presentó el verdadero ejemplo del hombre radiante, y un modo de vida en el cual no existen ni la pérdida ni la carencia ni el remordimiento.

A medida que sinceramente cedemos ante el poder de Dios, los dolores y los placeres de los sentidos se desvanecen. Entonces comenzamos a vislumbrar y a gozar de la gloria de nuestro eterno derecho de nacimiento como los bienamados del Amor — intachables, puros y libres. En una disertación a su Iglesia en el año 1899, que aparece en el libro The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany (La Primera Iglesia Científica de Cristo, y Miscelánea), Mrs. Eddy escribió (pág. 132): “Oh, pueda esta hora ser prolífica y a este tiempo y en cada corazón, pueda ser esta la bendición: No necesitáis apelar más a la fuerza humana, ni esforzaros con la agonía; Yo soy vuestro libertador.”

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