¡ Cuán vigorizante es la comprensión de que nuestra fortaleza proviene del Señor! No atribuyendo ya más la debilidad y el cansancio a deficiencias corporales, los estudiosos de la Christian Science están despertando a la fuente verdadera de la fortaleza y están abandonando el concepto errado de que la energía y la vitalidad pueden ser hallados en la materia exenta de inteligencia.
Una sensación de cansancio a menudo oculta las sugestiones más sutiles del aburrimiento, el desaliento o la aversión al deber. El ángel de la inspiración, la revelación de la Verdad a la consciencia, es el remedio único, siempre presente y efectivo para la sensación del cansancio. Y Dios, la Mente infinita, incesantemente imparte este ángel a Su manifestación, el hombre.
La inspiración divina inunda el pensamiento receptivo de ideas puras y desinteresadas. El esfuerzo empleado bajo la dirección de Dios en acciones misericordiosas y caritativas no es jamás agotador. En la Biblia leemos (Isaías 40:31): “Los que esperan a Jehová adquirirán nuevas fuerzas; se remontarán con alas, como águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no desfallecerán.” El Amor bendice abundantemente la actividad justa con vitalidad y vigor renovados.
El resentimiento, la envidia, la crítica y la falsa sensibilidad agotan la fuerza humana en la proporción que ocupan el pensamiento. Y la fuerza no puede ser recuperada hasta que estas pesadas sugestiones son refutadas y reemplazadas sinceramente con pensamientos de Amor.
El reconocimiento de la inspiración divina infunde a la consciencia con interés iluminado, con el gozo por la oportunidad de servir y con gratitud por los talentos que Dios ha otorgado a Sus hijos. En la pura atmósfera del esfuerzo correcto toda sensación de cansancio cede ante el refrigerio verdadero, y la fuerza del hombre libre de ambiciones egoístas y empeños poco benevolentes se manifiesta en el poder y la alegría que son los reflejos del Principio divino infinito.
El trabajo pesado del jardinero se ve aliviado por la meta inspirada de la hermosura que contempla mentalmente. De igual modo el peso de las interminables tareas domésticas de una dueña de casa se ve alivianado por el afectuoso deseo de crear una morada más feliz, hermosa y agradable; el obrero experto se siente fortalecido por la gratitud de su talento especial y su habilidad; y el funcionario ejecutivo manifiesta perspicacia e integridad a medida que reconoce su habilidad de reflejar la Mente siempre presente y omnisapiente.
Mary Baker Eddy escribe en el libro de texto de la Christian Science, “Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras” (pág. 80): “Una taza de café o de té no equivale a la verdad, sea para la inspiración de un sermón o para sostener la resistencia corporal.” La verdadera vitalidad se deriva exclusivamente de Dios a través de la inspiración divina. Las bebidas alcohólicas no renuevan las energías del hombre, como tampoco lo hacen el tabaco o las drogas. Muy al contrario, distraen con la promesa de un breve alivio de una aparente situación pesada.
Permanente, no obstante, es el refrigerio que resulta de la tranquila afirmación y realización de la identidad del hombre con el Principio perfecto, incansable y duradero del ser. La consciencia del bien, la percepción del Amor como el único poder, eleva al pensamiento humano fatigado al reino de la promesa, la esperanza y los recursos ilimitados.
Isaías dice (30: 15): “En quietud y en confianza será vuestra fortaleza.” Practicando la paciencia, la tranquilidad y el dominio sobre uno mismo, hallamos que el pensamiento se apacigua, y la confianza, la expectativa del bien, despoja a la creencia humana de la debilidad de la duda, la inferioridad o la incertidumbre.
Muchas de las curaciones relatadas en la Biblia resultaron de la obediencia a un mandato. Aquellos que fueron a Cristo Jesús para ser sanados a menudo se veían solicitados por él de hacer justamente aquello de lo cual no se creían capaces. Al hombre manco se le pidió que extendiera la mano; al paralítico se le indicó que alzara su cama y caminara. Aquel que se siente indebidamente fatigado puede que necesite ser despertado de un sentido de ociosidad, pereza o apatía a uno de actividad, entusiasmo e interés vibrante hacia actividades que valgan la pena.
El esfuerzo de hacer aquello que es justo y bueno es bendecido constantemente con la fuerza espiritual y es apoyado por la inspiración espontánea. Mrs. Eddy explica la razón de tal bendición y apoyo en su obra Miscellaneous Writings (Escritos Diversos, págs. 204, 205): “Los mandatos divinos nos dan prudencia y energía; exterminan para siempre toda envidia y rivalidad, toda palabra, acción o pensamiento perverso; y la mente mortal, purgada de esta manera, obtiene, fuera de sí, la paz y el poder.”