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Nada menos que el Amor

Del número de abril de 1959 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


“Jamás nos vemos justificados cuando expresamos algo menos que el Amor.” Este fué el mensaje alado que recibió un Científico Cristiano cuando fué llamado a la casa de un discípulo de la Escuela Dominical quien repentinamente había comenzado a experimentar gran dificultad para respirar, habiendo además perdido la vista y el uso del resto del cuerpo.

Al entrar el Científico Cristiano a la pieza, el muchacho perdió el conocimiento después de llamar débilmente a su madre, quien valerosamente estaba haciendo esfuerzos por elevarse por encima de la sensación del terror. Volviéndose a Dios en oración y pidiendo humilde y sinceramente al Padre para que le impartiera el mensaje sagrado que era necesario para la curación, el Científico Cristiano esperó y escuchó para poder oír la respuesta. Se manifestó en estas palabras: “Jamás nos vemos justificados cuando expresamos algo menos que el Amor.”

Al principió no se percató cómo esta declaración de la verdad podía aplicarse a la situación, pero sintió la presencia del Cristo y una clara sensación de paz y confianza en el amor infinito y el poder de Dios. Confió a los padres la inspirada declaración que había recibido y la repitió varias veces a medida que su significado se le iba desvelando más y más.

Luego se volvió a la forma inconsciente del muchacho y con voz fuerte le ordenó que repitiera con él “la declaración científica del ser” que se halla en la página 468 de “Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras” por Mary Baker Eddy. Al principio no recibió respuesta alguna; mas cuando comenzó a repetir esta poderosa declaración en voz alta, la verdad que encerraba penetró la consciencia adormecida, y los labios del joven comenzaron a moverse levemente para formar palabras. Poco a poco el muchacho pudo decir las palabras audiblemente.

Una vez que hubieron repetido la declaración juntos por la tercera vez, el joven pudo decir las palabras claramente y con comprensión. Luego su amigo le dió el mensaje alado que él no quedaba jamás justificado cuando expresaba algo menos que el Amor. Una sensación de gozosa inspiración les embargó a todos a medida que se les desvelaban las implicaciones de esta verdad. Percibieron que ya que Dios es Amor y Dios es Vida, cuando expresamos Amor estamos expresando Vida. Cuanto más afectuosos somos, más abundantemente expresamos la Vida.

Cuando se le pidió al joven que se sentara al borde de la cama halló que podía mover las piernas para hacerlo. A los pocos momentos pudo leer en voz alta un pasaje de Ciencia y Salud que le fué indicado a pesar de que momentos antes todo se le había aparecido borroso y obscuro. Todos se regocijaron juntos.

Después de percibir que la curación era obra de Dios de modo que estaba establecida para siempre, segura y a salvo a Su cuidado, el Científico Cristiano estrechó la mano del muchacho que se hallaba perfectamente bien y bajó las escaleras con el padre. Sólo habían pasado unos cuarenta minutos en todo.

El padre del joven no se interesaba por la Christian Science, pero reconoció que sólo la presencia del Cristo pudo haber llevado a cabo esta curación, así es que dió todo el crédito a la Christian Science. Más tarde salió a luz el hecho que el joven y su padre habían tenido una acalorada discusión momentos antes del ataque, de modo que se vió que la declaración de la verdad que expresó el practicista era el mensaje espiritual específico que se necesitaba para corregir el pensamiento que se había manifestado en la forma de enfermedad.

La declaración que en este caso efectuó la curación tiene aplicación tanto universal como específica. Es un hecho espiritual y científico que no importa lo que suceda, o lo que alguien diga o alguno nos haga, aun así jamás nos vemos justificados al expresar algo menos que el Amor, el Amor divino. Nunca debemos desear hacerle a nadie algo que no le bendiga.

Jesús resumió la ley y los profetas en lo que él denominó los dos grandes mandamientos (Mateo 22:37, 39): “Amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y de todo tu entendimiento,” y: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo.” En verdad y tal como Pablo escribió a los romanos (Rom. 13:10): “El amor pues es el cumplimiento de la ley.”

Mrs. Eddy nos dice que el Amor es lo que nos da la idea más clara de la Deidad. De manera que cuanto más expresamos Amor, más nos asemejamos a Dios, y más cumplimos con el propósito divino de nuestro ser.

Ella declara en Ciencia y Salud (pág. 113): “La parte vital, el corazón y el alma de la Christian Science, es el Amor.” Mrs. Eddy usa letra mayúscula porque se está refiriendo al Amor divino y no al mero sentido humano del amor. El Amor divino siempre sana y bendice.

Un sentido humano correcto del amor sugiere lo divino, y a menudo es el impulso más elevado en la experiencia de un individuo, hasta que el reconocimiento de la naturaleza del Amor divino le es revelado. El amor humano puede ser una emoción que eleva y ennoblece pero en la proporción que se basa en una creencia de vida y sensación en la materia, no manifiesta al Cristo sanador, la idea verdadera de Dios. En Ciencia y Salud, Mrs. Eddy dice (pág. 275): “Ninguna sabiduría es sabia, sino Su sabiduría; ninguna verdad es verdadera, sino la Verdad divina; ningún amor es bello, sino el Amor divino; ninguna vida es Vida, sino la divina; ningún bien existe, fuera del bien que Dios concede.”

En la práctica científica del Cristianismo es de fundamental importancia reconocer que el Amor es en realidad Dios. La Verdad es Dios, la Vida es Dios y el Amor es Dios. Sólo al contemplarnos como la manifestación misma del Amor divino, su expresión activa, manifestamos nuestra verdadera naturaleza como el hombre perfecto, la creación de Dios. Cuando todos nuestros pensamientos, motivos y actos son afectuosos, hallamos en cada uno de los aspectos de nuestra vida la evidencia de la presencia, el poder y la bendición de Dios.

Juan, el bienamado discípulo, dijo con profundo discernimiento espiritual (I Juan 4:7, 8): “Amados míos, amémonos los unos a los otros; porque el amor es de Dios, y todo aquel que ama, es engendrado de Dios, y conoce a Dios. El que no ama, no conoce a Dios, porque Dios es amor.”

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