Cuando en su primera epístola Juan expresó la gran verdad que los términos “Amor” y “Dios” son sinónimos, estaba compartiendo con la humanidad un conocimiento de Dios enteramente de acuerdo con las enseñanzas demostrables del gran Maestro, Cristo Jesús. Juan dió a entender mediante su declaración que la naturaleza de Dios es todo amor, afectuosa, hermosa, espiritual, satisfaciente, paternal, maternal — completamente buena.
El bien amado discípulo no se ocupó meramente con abstracciones cuando denominó a Dios como el Amor, mas enseñó a la humanidad cómo sentirse consciente de Dios como el Amor — cómo valerse del poder afectuoso e infinito que sana al enfermo y reforma al pecador. El declaró (I Juan 4:12): “Nadie vió jamás a Dios; pero si nos amamos los unos a los otros, Dios mora en nosotros, y su amor es consumado en nosotros.”
En su obra Miscellaneous Writings (Escritos Diversos) nuestra Guía, Mary Baker Eddy, dice (pág. 234): “El Amor es el Principio de la Ciencia divina; y el Amor no se aprende a través de los sentidos materiales, ni es obtenido por el atentado censurable de aparecer aquello que en realidad no hemos llegado a ser, a saber, un Cristiano. Al amar al hombre, adquirimos un verdadero sentido del Amor como Dios; y no hay otro modo por el cual podemos alcanzar esta percepción espiritual, y elevarnos — siempre más y más — hacia las cosas más esenciales y divinas.”
A medida que la persona reconoce el hecho espiritual concerniente a cualquier situación, pone en actividad en la experiencia humana la ley del Amor, la ley del Principio. Esta ley es la ley del bien, la ley de la omnipotencia, la ley de la omniacción. De manera que a través del amor, el poder de Dios que sana y corrige entra en acción de un modo que no conoce límites.
El amor que expresamos por medio de la manera de pensar y actuar cristianamente científica establece para nosotros el eslabón entre la bondad de Dios y nuestra vida diaria. La Christian ScienceNombre que Mary Baker Eddy dió a su descubrimiento (pronunciado Crischan Sáiens). La traducción literal de estas dos palabras es “Ciencia Cristiana”. enseña que aquello que aceptamos como verdadero en nuestra consciencia determina nuestra experiencia humana. Los pensamientos falsos respecto a lo que constituye la realidad han aparentemente producido la discordancia. No obstante, a medida que estos pensamientos son desplazados por los hechos del ser verdadero que traen consigo la salud y la armonía, el gobierno de Dios y Su omnipotente bondad sanadora se manifiestan literalmente en nuestros asuntos humanos.
Para estar bien y gozar de armonía, la humanidad debe aprender a amar como amó Jesús. Amar significa llenar el pensamiento con los hechos espirituales concernientes a nuestra verdadera naturaleza y la de nuestros prójimos. Cada individuo que ama científica y universalmente no sólo halla que la salud y la felicidad aumentarán para él sino que al mismo tiempo se convierte en benefactor de la humanidad. El trae en cierto grado a la consciencia humana aquello que eleva, purifica, armoniza, sanando así el pecado y la enfermedad, finalmente venciendo hasta la muerte misma.
Cumplimos con nuestra misión de expresar a Dios correctamente, hallando un sentido mejorado de la bondad en todo en la proporción que expresamos el amor justo donde y cuando la tentación de expresar el odio, el resentimiento o la mala voluntad parecería manifestarse. A veces puede ser que nos veamos tentados de sentir que nuestra comprensión de la verdad y los esfuerzos de expresar el amor no pueden sanar cierta situación penosa porque la dificultad parecería ser causada por otra persona. Si dos personas están en una pieza obscura y sólo una de ella sabe cómo encender la luz, fácilmente puede comprenderse que si esta persona enciende la luz para sí misma, no puede hacer a menos que llevar la luz para la otra persona también. Aquel que conoce y afirma la verdad o que ama trae en cierta medida la luz de la curación por medio del Cristo a la consciencia de los demás.
Todos deseamos ayudar a establecer la solución pacífica de los problemas que se presentan en el gobierno de nuestra propia nación y en los del mundo. Cuando justo donde nos encontramos comenzamos a aportar el amor mejorando las condiciones para aquellos con los cuales mantenemos contacto diario, hallaremos que ese día de paz alboreará más rápidamente de lo que jamás creímos sería posible.
A un estudioso de la Christian Science le fué encomendada llevar a cabo una tarea que requería estrecha cooperación de parte de una persona que no había trabajado nunca muy armoniosamente con él. Al esforzarse el estudioso por contemplar la situación en términos de la realidad divina percibió que Dios amaba a ambos, de modo que cada uno como reflejo de Dios literalmente reflejaba el amor de Dios por ambos; así es que en la experiencia no podía existir otra cosa que el amor.
Como resultado se experimentó una maravillosa sensación de cooperación, amor y amistad en todo el tiempo que duró la actividad. Y esta actitud amistosa se mantuvo desde entonces. El verdadero sentido del amor fortaleció, iluminó y benefició a ambos. Este hecho demuestra que a medida que reflejamos el Amor ponemos en acción el amor de Dios no sólo para nosotros mismos sino para todos. El Amor todo lo incluye, de modo que incluye a cada uno, y cada uno en realidad debe expresar el amor por todos. Los hijos de Dios se hallan literalmente unidos por lazos de amor. Sus hijos se aman los unos a los otros en razón de que reflejan a Dios, quien ama a todos.
Nuestra Guía nos dice en su obra The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany (La Primera Iglesia Científica de Cristo, y Miscelánea, pág. 189): “El gobierno del Amor divino deriva su omnipotencia del amor que crea en el corazón del hombre; porque el amor es leal y no hay lealtad sin amor.” Que maravilloso es saber que reflejando el Amor traemos literalmente a la experiencia humana aquello que crea el amor en el corazón de los demás. Y no hay nada que resista al poder del Amor.
Al error, al odio, la enfermedad y al pecado puede resistírseles efectivamente y vencérseles mediante el Amor en razón de que son irreales y porque el Amor es irresistible y verdadero. Es eterno, inmutable, omnipotente. Cuando amamos nos valemos del poder prometido por Jesús en estas palabras suyas (Lucas 10:19): “He aquí, os he dado potestad para hollar serpientes y escorpiones, y sobre todo el poder del enemigo; y nada os dañará.”
