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La tierna filiación de Dios para con el hombre

Del número de enero de 1960 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Cristo Jesús habló del Principio infinito o inteligencia del universo a quien llamamos Dios, como “mi Padre”, “nuestro Padre”, o simplemente “el Padre”. El usó a menudo este nombre íntimo para la Deidad, especialmente en momentos de agudos conflictos mentales.

Durante su solitaria lucha en Getsemaní, Jesús habló a Dios como quien habla a un padre humano, diciendo (Mateo 26:39): “¡Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa!” Y cuando estaba en la cruz apeló a Dios como a un Padre que todo lo perdona (Lucas 23: 34): “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.” La oración que él nos dejó llama a Dios “Padre nuestro”.

Así es como habla la Christian Science de El. Respondiendo a la pregunta de si creía ella en un Dios personal, Mary Baker Eddy contestó: “Adoro a aquello que puedo concebir, primero, como un Padre y Madre todo amor.” Su respuesta, como lo relata su obra Miscellaneous Writings (Escritos Diversos, pág. 96) dice en suma: “Creo en Dios como el Ser supremo. No sé qué es lo que constituye la persona de la omnipotencia, ni de la omnipresencia, ni lo que incluye el infinito; por consiguiente, adoro a aquello que puedo concebir, primero, como un Padre y Madre todo amor; luego, a medida que el pensamiento asciende la escala del ser hacia una consciencia más divina, Dios se convierte para mí en Principio divino — al igual que para el apóstol que declara: ‘Dios es Amor’ — y ‘así sirvo al Dios de mis padres.’ ”

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