La compasión de Dios abraza a todos. Nadie se halla fuera del radio infinito de la comprensión y la misericordia del Amor divino. Su compasión no se halla más cerca en un lugar que en otro, ni más a un tiempo que a otro. No es condicional ni expresa preferencia, mas es universal, está siempre presente y es invariable, y no depende de ningún otro factor o circunstancia para su existencia y operación. La compasión divina es la realidad de la Vida que abarca el universo de la Vida.
Cristo Jesús, que tan a fondo expresaba el amor invariable de Dios, y que recibió con igual compasión tanto a los nobles de la iglesia como a los parias de la sociedad humana — a decir, los enfermos y los depravados — habló de la dulce merced imparcial de Dios cuando dijo (Mateo 5:45): “El hace que su sol se levante sobre malos y buenos, y hace llover sobre justos e injustos.”
¿Hemos de asumir entonces de acuerdo a esta hermosa promesa, que Dios confiere Sus bendiciones sobre los malvados? Que Dios siente la misma compasión tanto por el hombre malo como por el bueno es un sentimiento humano agradable, pero ¿representa acaso adecuadamente la justicia y el amor divinos? Muy al contrario. Las inspiradas palabras del Maestro son una aseveración de la misericordia de Dios como se revela al sentido humano. La Christian ScienceNombre que Mary Baker Eddy dió a su descubrimiento (pronunciado Crischan Sáiens). La traducción literal de estas dos palabras es “Ciencia Cristiana”. explica esta misericordia desde el punto de vista de la verdad absoluta. Ilumina al estudiante de manera que le libra del concepto errado acerca de un Dios semejante al hombre, y que recompensa el mal. La Christian Science corrige la creencia de que las dádivas de Dios de vez en cuando satifacen el obstinado deseo mortal de la salvación sin la reformación, y la recompensa sin haberse hecho el progreso que la merecería.
La Christian Science enseña que Dios, la Vida, la Verdad y el Amor divinos, es el bien infinito y el creador único; de modo que todo lo que existe en realidad debe necesariamente ser Su emanación, la idea de la Mente divina. Todo aquello que es verdadero es enteramente bueno.
El hombre, en su ser verdadero, es consciencia espiritual individual que expresa la consciencia infinita única llamada Dios. El hombre es el reflejo de Dios y por consiguiente semejante a Dios. No puede ser diverso, pues el reflejo cambia sólo cuando su origen cambia, y la Verdad es invariable. De manera que el hombre es tan verdadero como Dios, tan perfecto como El, tan afectuoso, tan impecable y verídico y tan bueno, pues es la expresión inalterable del ser de Dios.
Dios, la Mente divina, incluye el reino infinito de la verdad o realidad y El conoce todo lo que incluye. Por lo tanto sólo es verdadero o cierto aquello de lo cual Dios está consciente, y todas las cosas verdaderas son tal como Dios las percibe. Dios contempla al hombre como Su propia imagen y semejanza, y el hombre conoce a Dios como su Padre-Madre. Se considera a sí mismo como el hijo de Dios.
Cuando la enfermedad es el resultado del pecado, la humanidad a menudo condena al pecador castigándole despiadadamente, y el juicio médico condena la enfermedad a la incurabilidad. Este concepto general añadido a la condenación propia que siente el pecador, puede que le desaliente de tornarse a Dios para su curación, pues a lo mejor cree que no merece la compasión y la misericordia de Dios. Y ¿cuál es la solución para una situación como esta?
La respuesta es que Dios no está consciente de la enfermedad porque El no la incluye. Por consiguiente y en realidad no existen ni la enfermedad ni la ley de la incurabilidad, ni un hombre condenado a consumirse. Dios no percibe a un pecador porque El no incluye el mal. Por lo tanto ni el pecado ni un pecador, ni la condenación, ni el castigo eterno existen en realidad.
¿A qué entonces se refirió Jesús cuando dijo que Dios hace llover Su benevolencia igualmente sobre los malos y los buenos? ¿Conoce Dios en fin de cuentas a un hombre bueno y a uno malo? ¿Cómo puede El perdonar el mal cuando no está consciente de nada que necesite el perdón?
La Christian Science revela que la compasión de Dios se manifiesta en el perdón divino, que significa mucho más que la mera buena voluntad humana de perdonar. “Su compasión es divina, no humana,” escribe Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Christian Science, en su obra “No y Sí” (pág. 30). Y más adelante continúa diciendo (pág. 31): “Para mí el perdón divino es aquella presencia divina que significa la destrucción segura del pecado; y yo insisto en la destrucción del pecado como única prueba completa de su perdón.”
El perdón humano ha de ser siempre incompleto, pues no es capaz ni de extirpar el pecado ni de sanar al individuo de la voluntad mortal y el falso concepto del bien que originó el acto malo. Sólo la acción del Cristo, la Verdad, en la Christian Science lo puede llevar a cabo.
La consciencia culpable de un pecador apenas le permite hacer una tentativa de acercarse a Dios, pues Le teme y duda de la buena voluntad de Dios de escucharle y perdonarle. Se siente un extraño, excluido de la casa de su Padre.
Si en su apuro se tornase a la Christian Science, sus ojos bien pronto se abrirían a la totalidad y bondad absolutas de Dios. Llegaría a comprender su propio ser verdadero como espiritual, creado y sostenido por Dios en invariable integridad, incapaz de responder a las sugestiones erróneas del pecado o la enfermedad. Esta revelación le inspiraría para expresar en su propia vida esta naturaleza perfecta, y le supliría con la comprensión mediante la cual tendría éxito en su intento.
Y así se regocijaría en el hecho espiritual, tan elocuentemente enseñado por el Maestro, es decir, que él no había estado jamás apartado del cuidado omnipotente de Dios, que la puerta de la morada de su Padre estaba por siempre abierta para él y que a través de ella podía entrar al reino del cielo mismo, apartándose del concepto falso de sí mismo, de sus inclinaciones e historia mortales, y tornándose hacia lo verdadero. Como dice Mrs. Eddy (Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, pág. 316): “Estando el hombre real unido a su Hacedor por medio de la Ciencia, los mortales sólo necesitan apartarse del pecado y perder de vista la entidad mortal, para encontrar al Cristo, al hombre verdadero y su relación con Dios, y para reconocer su parentesco divino.”
La Christian Science no sólo aportará al estudiante nuevo el mensaje libertador de su filiación, mas también le enseñará cómo manifestarla victoriosamente en su experiencia diaria. Mrs. Eddy se refiere a este ministerio del Cristo cuando escribe (ibid., pág. 316): “El Cristo ejemplifica aquella fusión con Dios, su Principio divino, que da al hombre dominio sobre toda la tierra.”
Dios, el Amor divino, lo es Todo. Su rostro está vuelto por siempre hacia todos Sus hijos. Lo único que debemos hacer nosotros es volver nuestros rostros hacia El para sentir el calor de Su amor y deleitarnos en Su infinita Verdad. El sol de Su compasión, la lluvia de Su benevolencia, están aquí disponibles para todos, pues todos somos Su manifestación espiritual, inocentes de todo mal. Y todos podemos tornarnos a El, tanto el enfermo como el pecador; la luz nos ilumina a todos. La niebla del sentido falso no forma parte de ninguno de nosotros. Las palabras de Elifaz en el libro de Job lo corroboran (22:23, 26, 28): “Si te convirtieres al Todopoderoso, serás edificado; y alejarás de tus tiendas la aflicción. ... Entonces te deleitarás en el Omnipotente, y alzarás tu rostro hacia Dios. ... También decretarás una cosa, y se quedará estable; y sobre tus caminos resplandecerá la luz.”
