Todo individuo que se esfuerza sinceramente por solucionar el problema de la vida según la Christian Science, debe progresar inevitablemente del estado mental conocido con el nombre de fe a uno más elevado llamado comprensión. En una carta escrita a una iglesia filial de la Christian Science, Mrs. Eddy define el progreso y el método que deben usarse para conseguirlo (The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany— La Primera Iglesia Científica de Cristo, y Miscelánea — pág. 181): “El progreso es espiritual. El progreso es el concepto ya maduro del Amor divino; demuestra la vida científica e impecable del hombre, y enseña cómo puede el mortal elevarse de la materia hacia el Espíritu de modo armonioso, no por medio de la muerte, sino por la idea verdadera de la Vida,— la Vida que no reside en la materia, sino en la Mente.”
De manera que el progreso para el Científico Cristiano individual consiste en una mayor comprensión de Dios como la Vida y el Amor, y una adaptación de esta comprensión a palabras y acciones diarias. Significa aferrarse a y probar la verdad científica que la Vida jamás reside en la materia, mas siempre en la Mente, y que es manifestada continuamente por el hombre, la idea de la Mente. Un progreso como éste es una experiencia gloriosa, un despertar maravilloso a la naturaleza eternamente armoniosa de Dios, el hombre y el universo.
Muy a menudo una persona se interesa por la Christian Science habiendo experimentado o presenciado una curación notable. Pero a veces oímos que este mismo estudiante más adelante pregunta desalentado: “Durante años mis curaciones han resultado fáciles. ¿Por qué no sucede lo mismo ahora?”
Mrs. Eddy dice en el libro de texto de la Christian Science, Ciencia y Salud (pág. 449): “Un grano de Christian Science hace maravillas por los mortales, tan omnipotente es la Verdad, pero hay que asimilar más de la Christian Science para perseverar en el bien hacer.” El grano de fe debe crecer hasta convertirse en la hoja entera de la comprensión. Si hemos de adquirir esta comprensión es necesario que hagamos un estudio más a fondo y consagrado de la Biblia, especialmente de las enseñanzas de Cristo Jesús, y también de todas las obras de Mrs. Eddy.
A lo mejor la mente mortal arguye que nos falta educación, excusándose de este modo de hacer un estudio sincero de estas obras bajo pretexto de que no posee bastante inteligencia para comprenderlas. Pero la Christian Science enseña que Dios es la Mente única, reflejada por todas Sus ideas, y que cada uno recibe la sabiduría directamente de Dios, capacitándole no sólo para asir la verdad contenida en los inspirados escritos, mas también para aplicarla efectivamente en sus asuntos humanos.
El progreso espiritual exige primeramente una renunciación del ser propio material. Las insistentes reclamaciones del sentido personal de que el hombre es finito, vulnerable, humanamente admirable o ruin son vencidas cuando el Alma es claramente contemplada. El individuo que devotamente reconoce que el hombre verdadero y único es la idea de Dios, es decir, Su imagen y semejanza, se esfuerza por liberarse de un mesmerismo tal.
Es conveniente reconocer que la mente carnal arguye amargamente en contra de su propia destrucción por la Verdad. Si pudiera, trataría de conservar a la consciencia mortal al nivel de la fe ciega más antes que la comprensión científica, hasta que eventualmente aun la fe se torna confusa o se degenera en dogma. Sus argumentos especiosos de apatía, cansancio, dudas, presión, el desenfreno y la justificación propia deben ser firmemente negados mediante el persistente reconocimiento de la filiación del hombre con Dios, el bien, y su consistente amor por la Verdad y su inseparabilidad de la Mente. La incesante inspiración, el gozo y la paz de la consciencia verdadera se hallan por siempre a la mano cuando se reconoce la unidad del hombre con la Mente como su idea.
En un capítulo titulado “Admonición” en su obra Retrospección e Introspección (págs. 78–85), Mrs. Eddy señala al estudiante muchas verdades vitales. Este capítulo trata de las trampas que reclaman estorbar su camino y ofrece un afectuoso consejo de cómo puede evitarlas. Por ejemplo, Mrs. Eddy nos previene que no debemos tratar de adquirir la comprensión de la Christian Science sobre todo a través de la experiencia de otro en vez de tornarnos con más consagración al estudio de los libros de texto, la Biblia y Ciencia y Salud. Ella también enumera varios de los errores del modo de pensar mortal a los cuales debemos sobreponernos, tales como el orgullo, el egoísmo, la impureza, la deshonestidad, la envidia, y además menciona las buenas cualidades que deben demostrarse, tales como el desinterés, la pureza, la templanza y la paciencia.
Todo el capítulo constituye un fuerte mandato que incita al progreso individual. En el párrafo final ella descubre la mentira de la división que el magnetismo animal trataría de introducir y muestra su impotencia. Ella acaba con una afirmación gozosa llena de confianza, que asegura el triunfo final de la Causa de la Christian Science.
Nuestra Guía nos dice lo siguiente en la página 80 de éste capítulo: “Si el Científico Cristiano reconoce la severidad y dulzura unidas que saturan la justicia y el Amor, no despreciará la reprensión oportuna, sino que la absorberá de tal manera que esta advertencia sea un manantial brotando dentro de él en incesante elevación y progreso espirituales.” ¡Cuán agradecidos debiéramos estar que ella nos ha mostrado, mediante sus escritos, cómo hallar el camino progresivo hacia una comprensión mejor de Dios! Las siguientes palabras de Jeremías son tan verdaderas hoy para nosotros cuanto lo fueron hace muchos siglos cuando él se las escribió a los cautivos en Babilonia (Jeremías 29:10, 13): “Porque así dice Jehova: ... Me buscaréis y me hallaréis cuando me buscareis de todo vuestro corazón.”
 
    
