Durante la invasión de Tarawa y al tiempo en que nuestro barco se hallaba anclado desembarcando provisiones, un escuadrón de bombarderos enemigos nos descubrió y comenzó a dejar caer bombas a nuestro alrededor. Al tratar de refugiarme permanecí en una posición muy incómoda, y poco después cuando traté de enderezarme sentí un calambre interno muy fuerte.
De allí en adelante, durante tres invasiones más de otras islas, me sentí continuamente exhausto. Finalmente volví a los Estados Unidos con licencia en un programa rotativo de treinta días de descanso y rehabilitación. Cuando llegué a mi casa un médico me examinó, diagnosticando que me hallaba sufriendo de un absceso al hígado causado por una desintería tropical. Me pidió que me presentara al hospital naval más cercano, y allí me dieron de baja de la marina. Desde el año 1945 hasta 1951 estuve bajo constante cuidado médico, pero sin poder hallar la curación.
Finalmente me torné a Dios rogando ser librado tanto de este como asimismo de otro complicado problema que trataba de relaciones humanas. Poco después conocí a la joven que más tarde llegó a ser mi esposa. Me invitó a asistir con ella a los servicios de una iglesia de la Christian Science. Algún tiempo después fuí a consultar a un practicista que se puso a orar devotamente por mí. A los treinta días me vi sanado completamente.
Los problemas de los cuales tanto había rogado ser librado simplemente se desvanecieron, y en su lugar se estableció la consciencia de la salud, un deseo de ser mejor en todo sentido y un hogar feliz. El versículo de Isaías (65:24) que dice: “Sucederá que antes que clamaran, yo responderé, y estando ellos aún hablando, yo oiré,” ha sido probado ser cierto para mí.
Estoy muy agradecido por la Christian Science, por el privilegio de servir en la Causa de la Christian Science a través de las actividades de la iglesia y por nuestra amada Guía, Mrs. Eddy, que ha dado al mundo una religión que hace frente a cualquier necesidad. — Pacific Palisades, California, E.U.A.
