“La norma de la perfección fué originalmente Dios y el hombre,” escribe Mrs. Eddy en la página 470 de Ciencia y Salud. Esta norma como se la entiende en la Christian Science es perpetua. Se trata de un Dios perfecto y único, que es el Espíritu y la Mente, y del hombre perfecto y único, la idea espiritual de Dios. Este hombre, descrito en el primer capítulo del Génesis como la imagen y semejanza de Dios, es semejante a El en todo sentido. De manera que no puede reflejar nada que sea desemejante a Dios.
No obstante, una norma distinta puede ser hallada en el segundo capítulo del Génesis, donde aparece una niebla. Dentro de ella el sentido material modela a un hombre de barro, que conoce tanto el bien como el mal. Este concepto tiende entonces a contemplar a Dios como parecido al hombre pero en una escala mayor. La segunda norma es entonces la de un Dios limitado, antropomórfico, responsable de tanto el mal como el bien, y de un mortal confuso que vacila entre los extremos tales como el pecado y la santidad, la enfermedad y la salud, la vida y la muerte. La Christian Science declara que esta norma es completamente errónea.
Todos debiéramos comprender claramente las dos normas y su significado. Si nos fuera ofrecido dinero falso, podríamos quizás inocentemente convertirnos en un medio insospechado de crimen, a menos que el dinero falso fuera descubierto por lo que era en realidad y rechazado instantáneamente. Similarmente, los pensamientos de toda clase son ofrecidos a la consciencia. Cada pensamiento debería ser examinado con ojo crítico en términos de norma de perfección antes de permitírsele la entrada a la consciencia.
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