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Pensamientos acerca del cielo

Del número de abril de 1962 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Christian Science Monitor


Hablando humanamente, el cielo o reino de Dios significa cosas diversas para mucha gente. Por ejemplo, una persona puede que crea que el cielo es un paraíso de paz eterna que puede alcanzarse en el más allá. Otra puede que piense que es la liberación de una sensación de enfermedad y de sufrimiento. El cielo puede que para otra sea la substitución de la pobreza mediante la herencia de bienes materiales.

En cierta ocasión Cristo Jesús dijo algo muy útil y de gran inspiración respecto al cielo. La Biblia relata lo siguiente (Lucas 17:20, 21): “Y preguntado por los fariseos, cuándo había de venir el reino de Dios, les respondió, diciendo: El reino de Dios no viene con manifestación exterior. Ni dirán: ¡Helo aquí! o: ¡Helo allí! porque he aquí que el reino de Dios dentro de vosotros está.”

En vista de que Dios, el Amor infinito, está en todas partes, el cielo y la armonía están también por doquier. Cuando repetimos la primera línea del Padrenuestro: “Padre nuestro, que estás en los cielos” (Mateo 6:9), en realidad estamos orando a un Padre celestial siempre presente. Ya que Dios, el Espíritu, llena todo el espacio y es omnipotente, Su presencia celestial, o sea, la Vida, la Verdad, y el Amor, está aquí ahora y eternamente. De modo que en realidad nuestra identidad espiritual, verdadera, nuestro ser verdadero como hijos de Dios, está siempre presente para ser reconocida y reclamada. Esto es lo que constituye el hombre verdadero.

Dios es la inteligencia infinita o Mente, que gobierna afectuosamente a toda Su creación. Por lo tanto, a medida que pensemos correctamente acerca de Dios y el hombre hallaremos que el reino de Dios dentro de nosotros está. Tal como lo expresó el Apóstol Pablo (Hechos 17:28): “En él vivimos, y nos movemos, y tenemos nuestro ser; como algunos de vuestros mismos poetas han dicho: Porque también de El somos linaje.”

Hablando acerca del cielo, Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Christian Science, escribe lo siguiente en “Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras” (pág. 291): “El cielo no es una localidad, sino un estado divino de la Mente, en el cual todas las manifestaciones de la Mente son armoniosas e inmortales, porque allí no hay pecado, y el hombre no tiene una justicia que sea suya propia, sino que se halla en posesión de la ‘mente del Señor’, según afirman las Escrituras.”

El cielo no está distante; a decir verdad, está tan cerca de nosotros como lo está nuestro propio pensamiento, ya que es idéntico a nuestro concepto espiritual de Dios y el hombre.

Cuando nos esforzamos por ver expresadas cualidades semejantes a Dios tales como la gratitud, la pureza, la amabilidad y la integridad, tanto en nosotros mismos como en los demás, estamos contemplando la expresión exterior del reino de Dios que dentro de nosotros está. Como lo expresan las palabras de un himno del Himnario de la Christian Science (n.° 278): “Peregrino, en ti llevas hogar, cielo.”

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