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Han transcurrido más de veinte...

Del número de octubre de 1964 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Han transcurrido más de veinte años desde que experimenté mi primera curación mediante la Ciencia Cristiana [Christian Science]. Hasta esa época había gozado siempre de óptima salud y pensaba que la Ciencia sólo podía ser de interés para aquellos que sufrían de dificultades físicas. Entre tanto, y durante más o menos siete años, había asistido a los servicios de la iglesia con mi esposa que había tomado la Ciencia muy en serio.

Luego llegó una época en que las piernas y los pies se me cansaban fácilmente, de modo que se tornó muy difícil para mí recorrer la región que tenía a mi cargo en mi trabajo de vendedor. Lo que sabía acerca de la Ciencia había debilitado mi confianza en la medicina pero no del todo. Varios médicos a quienes consulté me dijeron después de examinarme que debía dejar de fumar y beber y que además debía someterme a un tratamiento médico especial. No escuché este consejo y por consiguiente mi condición empeoró rápidamente hasta que me ví obligado a abandonar mi trabajo al mismo tiempo que pasaba noches enteras sin dormir, acosado contínuamente por fuertes dolores.

Al ver todo esto, mi jefe comenzó a preocuparse por mi estado y llamó al especialista que me había examinado anteriormente. A pesar de que a mí no se me comunicó el diagnóstico, mi jefe fue informado que si no me internaba inmediatamente en un hospital y me dejaba amputar un pie y posiblemente una pierna, los resultados podrían ser fatales para mí. Cuando me enteré de esto, me resistí tan firmemente a la idea de perder un miembro del cuerpo que decidí tornarme a la Ciencia Cristiana [Christian Science].

Los días subsiguientes no fueron muy buenos. Se me desarrolló una condición gangrenosa. Pero la situación comenzó a mejorar un poco cuando a la hora más crítica pudimos conseguir una enfermera de la Ciencia Cristiana que vino a cuidarme y me atendía el pie. Un practicista sumamente afectuoso y comprensivo oraba día y noche, y él y la enfermera me sacaron de esta angustiosa situación. La curación fue gradual siendo necesario que leyera el libro de texto Ciencia y Salud por Mrs. Eddy, muchas, pero muchas veces, desde la primera página hasta la última. Y por supuesto los vicios de beber y de fumar fueron vencidos al llevarse a cabo la curación completa de la condición discordante.

La segunda guerra mundial se estaba desarrollando en la época en que ocurrió esto, así es que tuve que someterme a un examen por un médico del ejército para establecer mi clasificación. Después de examinarme, lo cual tomó lugar al final de la curación, felicitó a mi enfermera por haber cuidado de la herida tan bien, manteniéndola limpia, y añadió que complicaciones como las que tenía yo por lo general no sanaban, y que sólo el poder de Dios podía haber llevado a cabo la curación.

También me siento sinceramente agradecido por la Ciencia Cristiana [Christian Science], por Mrs. Eddy, su Descubridora y Fundadora, y por el practicista, por la enfermera y mi esposa, quienes con su constancia y paciencia me inspiraron a confiar en que Dios supliría todas mis necesidades. —

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