Han transcurrido más de veinte años desde que experimenté mi primera curación mediante la Ciencia Cristiana [Christian Science]. Hasta esa época había gozado siempre de óptima salud y pensaba que la Ciencia sólo podía ser de interés para aquellos que sufrían de dificultades físicas. Entre tanto, y durante más o menos siete años, había asistido a los servicios de la iglesia con mi esposa que había tomado la Ciencia muy en serio.
Luego llegó una época en que las piernas y los pies se me cansaban fácilmente, de modo que se tornó muy difícil para mí recorrer la región que tenía a mi cargo en mi trabajo de vendedor. Lo que sabía acerca de la Ciencia había debilitado mi confianza en la medicina pero no del todo. Varios médicos a quienes consulté me dijeron después de examinarme que debía dejar de fumar y beber y que además debía someterme a un tratamiento médico especial. No escuché este consejo y por consiguiente mi condición empeoró rápidamente hasta que me ví obligado a abandonar mi trabajo al mismo tiempo que pasaba noches enteras sin dormir, acosado contínuamente por fuertes dolores.
Al ver todo esto, mi jefe comenzó a preocuparse por mi estado y llamó al especialista que me había examinado anteriormente. A pesar de que a mí no se me comunicó el diagnóstico, mi jefe fue informado que si no me internaba inmediatamente en un hospital y me dejaba amputar un pie y posiblemente una pierna, los resultados podrían ser fatales para mí. Cuando me enteré de esto, me resistí tan firmemente a la idea de perder un miembro del cuerpo que decidí tornarme a la Ciencia Cristiana [Christian Science].
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