Las personas que averiguan y preguntan acerca de la Ciencia Cristiana [Christian Science], a veces se sienten confundidas pues descubren que enseña que Dios es la Mente espiritual que sólo conoce Su propia totalidad y la perfección de Su creación espiritual. Se preguntan cómo puede Dios alcanzar y sanar a la humanidad dado que El no está consciente de los pecados, enfermedades, defectos y flaquezas de los hombres.
La explicación que Juan ofrece del mensaje cristiano debiera ser útil para esos investigadores. El escribió lo siguiente (I Juan 1:5): “Dios es luz, y no hay en él ningunas tinieblas.” Aceptando la revelación de Dios como la Verdad, podemos decir que Dios es la Verdad y que en El no hay ningún error. Mary Baker Eddy dice en su obra “No y Sí” (pág. 30): “Es el conocimiento que la Verdad tiene de su propia infinitud lo que excluye la existencia genuina de siquiera una pretensión del error. Este conocimiento es luz en la cual no hay oscuridad, — no es luz conteniendo oscuridad dentro de sí misma.”
La gran verdad que Dios es Luz infinita no impide que El asevere Su supremacía por sobre cualquier clase de error. La luz tiene poder natural e instantáneo sobre la oscuridad. La compasión de Dios es bien conocida por aquellos que lo reverencian y tienen fe en Su misericordia. En la consciencia de cada individuo el sentido espiritual se halla arraigado profundamente, ese sentido que une la humanidad a la divinidad, el sentido mediante el cual la luz de la Verdad puede hacerse aparente a los hombres.
Dios está proclamando por siempre Su poder y Su amor. Así como el sol brilla detrás de una oscura cortina de nubes y su luz la atraviesa donde es menos densa, la Verdad actúa sobre el pensamiento humano y lo penetra donde el materialismo es menos evidente. El sol es imparcial, mas su luz busca los lugares menos densos, en el banco de nubes. Dios es imparcial y Su luz llega al corazón que menos le resiste.
El Científico Cristiano sabe que debe apartarse del materialismo para que la luz de la Mente y la Verdad pueda establecer su presencia y revelarle su ser espiritual verdadero. Sólo puede culparse a sí mismo si no permite que la luz de la Verdad se le revele en su vida. Pablo poseía un concepto muy claro de su responsabilidad humana, pues escribió lo siguiente a los cristianos de Filipos: “Llevad a cabo la obra de vuestra misma salvación, con temor y temblor; porque Dios es el que obra en vosotros, así el querer como el obrar a causa de su buena voluntad” (Filipenses 2:12, 13).
La bondad no es una posesión personal. Si no fuera por Dios, el bien no existiría. Cristo Jesús dijo (Lucas 18:19): “Ninguno es bueno, sino uno solo, a saber, Dios.” De manera que la más leve señal de bondad, de amor o integridad o inteligencia es señal de que Dios está obrando en nosotros, es decir, revelándose a nuestro pensamiento. Jamás debiéramos quedar satisfechos con sólo una leve manifestación del bien, dado que el bien infinito es luz divina y pura, siempre disponible para aseverar su infinitud, para disipar las nubes que esconderían la verdad acerca del hombre. No obstante, debemos trabajar diligentemente para deshacernos de estas nubes de materialismo. La diligencia que demostremos respecto a esto es la evidencia misma que Dios está obrando en nosotros y que estamos cediendo ante Su voluntad.
Las personas que pecan se ciegan inicuamente a la presencia de la Verdad. Es penoso ver cómo aquellos que están enfermos tampoco lo perciben. La Ciencia Cristiana [Christian Science] apela a ellos para que rechacen con gozo las creencias falsas que les privan de ver las verdades del Espíritu que iluminan la vida humana.
Mrs. Eddy hace esta observación en su obra Miscellaneous Writings (Escritos Misceláneos, pág. 55): “La Ciencia Cristiana se basa sobre las verdades del Espíritu en sus diversas formas y manifestaciones, pero estas verdades son los antípodas directos de las tales llamadas realidades de la materia; y las verdades eternas del Espíritu se afirman sobre su opuesto, la materia, en la destrucción final de todo aquello que es desemejante al Espíritu.”
Cuando nos damos cuenta que las verdades del Espíritu se afirman, trabajamos diligentemente para percibir la nada de cualquier obstinación que se manifiesta inconscientemente dentro de nosotros, y que resistiría el poder que impele el desarrollo de las verdades espirituales. Declaramos que nada puede impedir que nos tornemos conscientes de las verdades que Dios provee, y luego esperamos ansiosamente a que nuestro aparente materialismo desaparezca para que éstas puedan aparecer.
Jesús permitía conscientemente que Dios obrase en él “así el querer como el obrar a causa de su buena voluntad.” No había densidad del sentido material que oscureciera la mente del Maestro ni le impidiera llevar a cabo su propia salvación de las sombras de la mortalidad. El nos enseñó cómo debemos permitir que la luz del Amor y la Verdad inunde sin límite la conciencia humana. El probó el poder que tienen las verdades de corregir las falsedades de la mente carnal.
El Espíritu alcanza a la humanidad no porque está consciente de sus pecados y flaquezas mas porque revela la presencia de Dios y Sus verdades. De acuerdo con la Ciencia Cristiana [Christian Science] la divinidad actúa sobre la humanidad con idéntica insistencia. No hay persona que pueda resistir tal insistencia. La rebelión que se manifiesta en contra de la aserción propia de la luz divina, quizás parezca agravar por un tiempo la oscuridad mental, o perturbar las falsedades del pensamiento humano profundamente arraigadas y trate de confundir a la raza. No obstante, lo que está sucediendo en realidad es que el mundo está atravesando por un período de cristianización científica, y eventualmente la luz de la Verdad triunfará por sobre todo lo que desea resistirse al Cristo.
La divinidad está alcanzando a la humanidad. Debemos hacer cualquier esfuerzo que permita que el poder divino obre en nosotros de modo que pueda expulsar completamente cualquier nube de ignorancia que trataría de esconder la luz eterna de la Verdad.
