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La curación de Carolina

[De especial interés para los niños]

Del número de octubre de 1964 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Carolina había conocido la Ciencia Cristiana [Christian Science] desde que era muy pequeña y había experimentado muchas curaciones mediante sus enseñanzas. Era una niña muy suave pero muy tímida, y hallaba muy difícil aplicar el Cristo, la Verdad, para aquietar sus temores.

Todos los años se veía atacada por dolor de oído, y a pesar de que siempre recibía ayuda mediante tratamiento según la Ciencia Cristiana, al año siguiente volvía a sufrir de lo mismo.

En una ocasión, durante la primavera pasó por un período muy difícil debido a esto. Ella y su madre con la ayuda de la practicista tuvieron que trabajar más diligentemente que nunca. Durante el tiempo que estuvo ausente de la escuela, Carolina estudiaba la Lección-Sermón del Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana, y su madre le leyó la obra titulada: “La vida de niña de Mary Baker Eddy” por Ella H. Hay. Su comprensión aumentaba de día en día.

Seguía con sus estudios escolares en la casa y sus momentos libres los dedicaba a los rompecabezas. Parecía tener mucho talento para este entretenimiento y nunca titubeaba en escoger aún los más difíciles. Sabía de antemano que al terminarlo la figura aparecería completa.

Un día pensó: “Dios es completo, igual que la figura de un rompecabezas cuando está terminada. La única diferencia es que Dios siempre se encuentra en ese punto donde todo se halla completo y terminado. Su totalidad incluye el coraje y la paz de modo que yo reflejo estas cualidades.” Estas verdades ocuparon de tal modo su pensamiento y fueron tan eficaces, que a los pocos días el oído comenzó a supurar, sanando completamente.

Al domingo siguiente que era día de Pascua, ella asistió a la Escuela Dominical sana y feliz. Había perdido su sensación de temor y timidez.

La Biblia nos dice: “No hay temor en el amor, sino que el amor perfecto echa fuera el temor” (I Juan 4:18). Carolina comprendía ahora que el temor no podía tener cabida en ninguna parte dado que Dios es Amor, y que llena todo el espacio.

Al día siguiente volvió a la escuela y poco después la maestra le informó a la madre que la niña no se había atrasado absolutamente nada en los estudios mientras había estado ausente y que, por el contrario ahora leía mejor que antes.

Carolina jamás ha sufrido de dolor de oído desde entonces. Ella ha comprendido que, tal como Mrs. Eddy nos dice en la página 66 de Ciencia y Salud, “Las pruebas son señales del cuidado de Dios.”

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