La aplicación de la Regla de Oro se manifiesta en cada aspecto de las actividades de una iglesia filial. Es especialmente necesaria en lo que concierne a miembros que se han tornado inactivos por una razón u otra. Las iglesias filiales desean, y con justa razón, que todos los miembros participen activamente en las actividades de la iglesia y en las reuniones en que se tratan los asuntos pertinentes a ella. Algunas iglesias tienen un estatuto que estipula la asistencia de los miembros a cierto número de reuniones durante el año. No obstante, se cometería una gran injusticia respecto al miembro inactivo si no se hicieran esfuerzos por acercarse a él e interesarle nuevamente con gran amor fraternal, misericordia y justicia.
Si un miembro ha dejado de ser activo en comités o ha dejado de asistir a las reuniones de la iglesia o quizás no asiste a muchos de los servicios de la iglesia, esto no debería pasarse por alto. Bien puede ser que ese miembro necesite el interés afectuoso y la comprensión de los otros miembros. Muchas iglesias tienen un comité cuya función es la de comunicarse con tales miembros y esforzarse por hallar la solución de una situación de esta clase.
EL sexto Artículo de Fe de La Iglesia Madre y al cual se adhieren todos los miembros de las iglesias filiales dice lo siguiente (Manual de La Iglesia Madre por Mary Baker Eddy, pág. 16): “Y prometemos solemnemente velar y orar por tener en nosotros aquella Mente que estaba también en Cristo Jesús, hacer con los demás lo que quisiéramos que hicieren con nosotros, y ser misericordiosos, justos y puros.” Para dar obediencia a este Artículo de Fe es obvio que el motivo y el deseo de los miembros de una iglesia debieran ser el ayudar al miembro inactivo, y su caso debiera ser investigado cuidadosamente. Quizás este miembro está haciendo cuanto está a su alcance dadas las circunstancias, y es posible que necesite el interés afectuoso y el apoyo de la iglesia. Aun en los casos en que un miembro se ha tornado profundamente apático e indiferente, debiera hacerse todo lo posible por solucionar el problema antes de adoptar alguna decisión que lo eliminaría como miembro. Poner en acción la Regla de Oro de ese modo bendecirá tanto a la iglesia como al individuo.
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