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Dios es la única causa

[De especial interés para los niños]

Del número de julio de 1964 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Dado que en el vecindario en que vivía Guillermito no había otros niños, su perrita llamada Reina era su única compañera de juegos. Cuando Reina tuvo cría, Guillermito se puso muy contento, pues ahora tenía seis compañeritos de juego, por lo menos hasta que los perritos fueran vendidos. Ansiosamente esperaba que los cachorritos movedizos de pequeñas narices chatas, y siempre hambrientos, abrieran los ojos y comenzaran a caminar.

Finalmente abrieron los ojos y empezaron a caminar en el garage sobre sus tambaleantes patitas, todos menos el más pequeñito.

Esta era una perrita tan alerta y simpática que Guillermito la eligió como su favorita dándole el nombre de Princesita, diciendo que no deseaba que fuera vendida. Guillermito estaba bien seguro que los ojos le brillaron a la perrita al decirle esto, pues sin duda había comprendido lo que él le decía. No obstante, Princesita no caminaba. Pasaron los días y la perrita seguía arrastrando las dos patitas traseras tratando de mantenerse a la par de los otros perritos mientras jugaban en el patio.

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