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Dios es la única causa

[De especial interés para los niños]

Del número de julio de 1964 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Dado que en el vecindario en que vivía Guillermito no había otros niños, su perrita llamada Reina era su única compañera de juegos. Cuando Reina tuvo cría, Guillermito se puso muy contento, pues ahora tenía seis compañeritos de juego, por lo menos hasta que los perritos fueran vendidos. Ansiosamente esperaba que los cachorritos movedizos de pequeñas narices chatas, y siempre hambrientos, abrieran los ojos y comenzaran a caminar.

Finalmente abrieron los ojos y empezaron a caminar en el garage sobre sus tambaleantes patitas, todos menos el más pequeñito.

Esta era una perrita tan alerta y simpática que Guillermito la eligió como su favorita dándole el nombre de Princesita, diciendo que no deseaba que fuera vendida. Guillermito estaba bien seguro que los ojos le brillaron a la perrita al decirle esto, pues sin duda había comprendido lo que él le decía. No obstante, Princesita no caminaba. Pasaron los días y la perrita seguía arrastrando las dos patitas traseras tratando de mantenerse a la par de los otros perritos mientras jugaban en el patio.

Guillermito y su familia sabían que esto no estaba bien y que no tenían porque aceptarlo. Habían aprendido mediante la Ciencia Cristiana [Christian Science] que Dios lo creó todo y que en razón de que El es bueno, todo lo que hizo es bueno. La madre le había leído a menudo a Guillermito este pasaje de la Biblia (Génesis 1:31): “Y vió Dios todo lo que había hecho; y he aquí que era muy bueno.” También le leía del libro de texto, Ciencia y Salud por Mrs. Eddy.

Para comprender que sólo el bien es real y verdadero, ellos se tornaban frecuentemente a la declaración que aparece en la página 140. Dice así: “El Dios de la Ciencia Cristiana es el Amor divino, eterno y universal, que no cambia ni crea el mal, la enfermedad o la muerte.”

Guillermito tomaba a Princesita en sus brazos y le repetía estas verdades, y a veces ella lo miraba como si le estuviera diciendo: “¡Lo sé!” No obstante Princesita no caminaba. Todos los que venían a la casa para ver a los perritos incluso un veterinario, opinaban que las patitas de la perrita estaban paralizadas y que ella no podría caminar jamás. No obstante, Guillermito y su Mamá se negaron a creerlo, dado que no era la verdad acerca de la perrita, en razón de que ella era en realidad espiritual y creada por Dios.

Finalmente las patitas del animalito empeoraron mucho. Guillermito y su madre se dieron cuenta que inconscientemente estaban dando crédito a esta mentira hasta el punto en que los tenía algo asustados a ellos también. Entonces la madre se tornó a Ciencia y Salud y leyó esta declaración (pág. 550): “Dios es la Vida, o inteligencia, que forma y preserva la identidad e individualidad de los animales así como de los hombres.”

Al cerrar la puerta del garage esa noche, declararon que el error no podía atemorizarlos, ya que sabían que Dios no solamente lo había hecho todo bueno, mas también lo preservaba y conservaba así. Cristo Jesús en cierta ocasión preguntó a sus discípulos (Mateo 8:26): “¿Por qué sois cobardes, hombres de poca fe?”

A la mañana siguiente, cuando el padre abrió la puerta del garage, Princesita salió con los otros perritos sin arrastrar las patitas traseras, caminando sobre ellas, tambaleándose si bien es cierto, mas llena de confianza. Durante el día se fue fortaleciendo más y más, y al otro día corría tan ligero y jugaba tan feliz como sus hermanos.

Guillermito y su familia sintieron mucha alegría y gratitud por esta demostración que les había permitido vencer la creencia del mal y dijeron que jamás lo olvidarían. Y por cierto que no lo han olvidado. Muchas veces el recordarlo les ha ayudado a resolver otros problemas.

En cierta ocasión, Guillermito se encontraba sufriendo de una infección a un pie y durante varios días el error pareció querer insinuarle que sentía gran dolor y que no podía caminar. También parecía decirle a la familia que la apariencia del pie era alarmante. Mas ellos recordaron la curación de Princesita y con ello se dieron cuenta que no importaba cuánto deseara asustarles el error, éste no poseía ni poder ni realidad, en razón de que Dios lo había hecho todo bueno y lo conserva también así. De pronto, el dolor desapareció, aunque la apariencia del pie permaneció igual durante veinticuatro horas. Luego la parte infectada se abrió y comenzó a supurar. A los pocas días Guillermito corría y saltaba como de costumbre.

El y su familia han tenido innumerables razones desde entonces por las cuales agradecer a Dios por la Ciencia Cristiana [Christian Science] pues les está enseñando, al igual que a millares de personas, que Dios, el bien, es la única causa.

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