Todo Científico Cristiano se siente agradecido por las bendiciones que la Ciencia le aporta y por el constante poder protector que ofrece esta religión. Cuando aplica sus enseñanzas, es capaz de demostrar cuán practicable es la Ciencia Cristiana [Christian SciencePronunciado Crischan Sáiens.].
En el año 1958 tuve la oportunidad de vivir en Alemania y trabajar allí durante cinco meses. Viajé extensamente por automóvil y por tren y visité nueve grandes ciudades.
Durante el verano, mi compañera y yo trabajamos y vivimos seis semanas en un campamento alemán para jóvenes junto con otros seis norteamericanos que profesaban diversas religiones ortodoxas. La comida que nos daban en el campamento era muy diferente a lo que había estado habituada a comer. Muy pronto, el ir al comedor se convirtió en una verdadera tortura. Luego tuve que guardar cama durante diez días a causa de una severa inflamación a la garganta, acompañada de una persistente tos que me tenía bastante preocupada.
Dado que nos hallábamos en medio de espesos bosques, en la región norte muy distante de una gran ciudad, no existía en ese paraje una Iglesia de la Ciencia Cristiana, ni tampoco un practicista. Sabía que para solucionar mi problema debía apoyarme enteramente en Dios, de modo que me puse a estudiar más sinceramente que nunca la Biblia junto con “Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras” por Mary Baker Eddy.
Una noche cuando parecía que me ahogaba clamé a Dios en mi gran desesperación. La respuesta contenía una sola palabra “Gratitud” lo cual me recordó las reconfortantes palabras que en cierta ocasión pronunciara un practicista: “Recuerde siempre que la gratitud encierra en sí un gran poder sanador.” Esto me hizo recordar cuán agradecida me sentía por el viaje que había hecho por barco que había sido tan armonioso, y mediante el cual había atravesado el océano, y por la oportunidad de trabajar en el campamento y aprender el idioma alemán, y sobre todo por la ocasión que se me presentaba de reflejar y probar las verdades de la Ciencia Cristiana [Christian Science], dondequiera que fuera. La curación no tardó en manifestarse de manera que pude volver a ocupar mi lugar en el comedor con el corazón lleno de gratitud y una visión más amplia.
En razón de mi comprensión de esta Ciencia se desarrolló en mí un profundo amor por la humanidad. Como resultado de las verdades que había aprendido pude trabajar más íntima y armoniosamente con extraños en el campo, en una fábrica y en una oficina. Recibí afectuosas invitaciones a hogares alemanes donde fui acogida muy cordialmente.
Siempre me sentiré agradecida por los cinco años de servicio en los cuales pude aportar mi pequeña contribución a la Sociedad Editora de la Ciencia Cristiana, inclusive al Christian Science Monitor. Fue en realidad una educación espiritual que me aportó grandes frutos. También agradezco por ser miembro de La Iglesia Madre y de una iglesia filial y por nuestra Guía quien dió al mundo la hermosa y práctica religión denominada Ciencia Cristiana [Christian Science]. — Gloucester, Massachusetts, E. U. A.