Dios dijo a Abram, “Anda delante de mí, y sé perfecto” (Génesis 17:1). En su Sermón de la Montaña, Jesús ordenó a sus seguidores lo siguiente: “Sed, pues, vosotros perfectos, así como vuestro Padre celestial es perfecto” (Mateo 5: 48).
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