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Un cambio de actitud es útil

Del número de julio de 1964 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Christian Science Monitor


Hay momentos en que quizás anhelamos experimentar una vida diaria más rica y satisfactoria. Todo puede ser que nos parezca monótono y rutinario en el hogar, los negocios, el empleo, las relaciones humanas y en la vida social.

Hace casi dos mil años Cristo Jesús, el hombre más notable que jamás pisara esta tierra, dió el remedio para una condición de esta índole en estas pocas pero concisas palabras (Juan 6:63): “Es el espíritu el que da vida.” Dios es el Espíritu que da vida, y a medida que nos sometemos a Sus leyes, experimentamos una renovación en lo que concierne a nuestros objetivos y móviles. Hace algunos años, la que subscribe aprendió esto a fondo y jamás lo ha olvidado.

La vida le parecía monótona y aburridora. Varias de las cosas que más amaba le habían sido quitadas. Luego encontró la Ciencia Cristiana [Christian Science] con lo cual su punto de vista cambió en gran manera. Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de esta Ciencia, dice en el “Himno de Comunión” en su obra llamada Poems (Poemas, pág. 75): “El Espíritu te hará puro, y libre sanarás de tus penas y de todo mal.”

Percibiendo la importancia que encerraba un cambio en su actitud mental, la que escribe se dispuso a amar todo cuanto tuviera que llevar a cabo, aun cuando fuera una tarea tan humilde como hacer una cama, y se propuso que lo haría con paciencia, buena voluntad y hábilmente. Cuando abría una puerta para alguien, trataba de hacerlo afectuosamente y no sólo como un acto de cortesía superficial. Cuando se sentaba delante de su máquina de escribir trataba de hacer su trabajo con gusto y no como si estuviera llevando a cabo solamente una tarea mecánica para su jefe.

Todo comenzó a cambiar. Experimentó una promoción en su trabajo. La clase de la Escuela Dominical que enseñaba hizo progresos sorprendentes y aún sus plantas de geranios crecieron y aparecían florecientes y ahora el cuidarlas le representaba un placer, en vez de un mero deber.

Un mundo enteramente nuevo aguarda a aquel cuya vida se renueva por el Espíritu. Pablo debía haber comprendido esto cuando dijo: “Y cuanto hiciereis, obradlo de corazón, como para el Señor” ( Colosenses 3: 23 ).

Este cambio de actitud vivificador, significa la presencia de Dios reflejada que no conoce límites. Podemos inspirarnos en el Espíritu, por ejemplo, para adquirir paciencia y coraje infinitos e ilimitados.

A medida que la autora respondía a esta influencia renovadora, comenzó a expresar afectuosa gratitud a cada persona por la tarea que llevaba a cabo. Aquellos servicios que a menudo tomamos como cosa natural, le ofrecieron oportunidades para expresar gratitud por las menudencias de su vida diaria.

La renovación que ofrece el Espíritu se convierte en una puerta abierta en todas direcciones. La masa de una torta puede que sea homogénea y tenga mejor gusto, si el motivo de confeccionarla se ve inspirado por el amor y la buena voluntad.

Quizás digamos “gracias” con dulzura, pero carentes de convicción sincera. Bien puede ser que nos dediquemos a nuestras actividades diarias sonrientes y expresando buena voluntad exteriormente, y al mismo tiempo abriguemos un sentimiento y una actitud mental que, por cierto no desearíamos que nuestro vecino percibiera. Es aquí donde la renovación es necesaria. Esta es la oportunidad que se nos presenta para manifestar el deseo sincero de servir a nuestro prójimo con amor, interés genuino y espontaneidad.

Espíritu es uno de los nombres para Dios, como lo enseña la Ciencia Cristiana [Christian Science]. Nosotros podemos expresar el Espíritu en todos los detalles de la vida, desde el más pequeño de los deberes hasta el más importante. Esto significa mucho más que una mera renovación del sentido de la actividad humana; requiere que expresemos la Mente que esta Ciencia revela es Dios.

Debemos sentir este espíritu, esta actitud vivificante y debemos sentirlo hasta la médula misma de nuestros huesos, si ha de ser eficaz. Cuando el Espíritu nos renueva, nos encontramos muy cerca de Dios, dado que Sus cualidades revelan la presencia del Principio divino vivificante que dirige eternamente nuestra vida y la hace prosperar.

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