Estas notables palabras fueron escritas por nuestra Guía, Mary Baker Eddy: “¿Qué es lo que no ha sido capaz de hacer por la raza el amor abnegado? Todo lo que se ha llevado a cabo y aún más de lo que la historia nos relata” Miscellaneous Writings (Escritos Misceláneos, pág. 238). Existe una diferencia entre lo que muy a menudo se considera desinterés personal y amor abnegado. El desinterés humano es una cualidad muy loable cuando se expresa con prudencia. No obstante, si se expresa imprudentemente es capaz de dañar, tal vez fomentando un espíritu de imposición a otros o alentándoles a eludir responsabilidades. A veces un sentido personal de abnegación puede tornarse en uno de justificación propia y por consiguiente pierde la dirección justa.
La Ciencia Cristiana* enseña el amor desinteresado el cual jamás puede ser la causa de que cometamos errores o perjudiquemos a otros. Esta clase de amor es justa y científica. Demuestra el ser verdadero y revela que el hombre es hecho a la imagen de Dios, que es el Amor mismo. Nos incita a que abandonemos el sentido mortal del ser, que está consciente de sí mismo y que reconoce un mundo pecador y material, y sus males. El amor desinteresado nos inspira a dar todo por Cristo que representa la idea verdadera de filiación. Cristo Jesús debe de haber estado explicando el amor científico cuando dijo (Juan 15:13): “Nadie tiene amor más grande que este: que ponga uno su vida por sus amigos.”
El amor desinteresado es la clave de todo objetivo espiritual. Jamás está desprovisto de la dirección correcta, pues incluye la sabiduría que conoce las metas verdaderas. Jamás comete errores pues encierra la inteligencia que no puede equivocarse. Nunca daña, mas corrige a la vez que transforma y sana. Cuando las actividades de una persona se ven inspiradas por el desinterés, su identidad verdadera brilla a través de la nube de la manera de pensar material y adorna la consciencia humana con destellos de la verdad espiritual.
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