El pensar en un hogar feliz y lo que éste representa, es decir, el amor, la seguridad, y la protección es algo que atrae a los hombres, mujeres e hijos en todo el mundo.
A medida que obtenemos mediante el estudio de la Ciencia Cristiana* un sentido más espiritual del hogar, adquirimos la seguridad que Dios en Su sabiduría infinita y su afectuoso cuidado imparcial por todas Sus ideas provee un hogar para todos. Este sentido verdadero del hogar es hermoso y completo; está a salvo de la discordancia, destrucción e interrupción. No podemos estar separados de él, ni nos lo pueden quitar. Está siempre presente. El hogar verdadero no es una morada material o un lugar donde se habita. Es un estado de consciencia divino, en el cual el gobierno de Dios es supremo. Es el reino de la Mente, el universo del Espíritu, el reino de los cielos, y es la residencia eterna del hombre de la cual nunca puede apartarse.
Las Escrituras declaran que el hombre es la imagen y semejanza de Dios. Cualquier persona que acepte y afirme la totalidad de Dios y la unidad del Principio y su idea, puede probar en su propia experiencia que nunca puede estar separado de la paz, armonía y gozo del hogar, ni aún temporalmente, prescindiendo de donde pueda ir o donde pueda hallarse la residencia material. En realidad nunca hubo y nunca podrá haber una separación entre Dios y Su hijo, Su imagen y semejanza perfecta. Así en la Ciencia, el Alma es el hogar del hombre establecido por Dios que está siempre presente.
Cristo Jesús dijo en (Mateo 7: 24, 25): “Por tanto todo aquel que oye estas palabras mías, y las hace, será semejante a un hombre prudente que edificó su casa sobre la roca. Y cayó la lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa, y no cayó; porque estaba fundada sobre la roca.”
La casa verdadera del Maestro estaba edificada sobre la Roca, el Cristo, y estaba con él dondequiera que fuese. El vivía en ese consagrado y elevado estado de consciencia en el cual la felicidad, belleza y confort del hogar existen en la Mente divina, imperturbados por la ubicación geográfica.
Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana, escribe en la página 58 de “Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras”: “El hogar es el lugar más querido en la tierra, y debería ser el centro, mas no el límite, de los afectos.” Refiriéndose a esta declaración de Mrs. Eddy, Irving C. Tomlinson escribe: “Estas palabras son altamente significativas, porque a través de su vida entera la idea que transmitía la palabra ‘hogar’ tenía un significado especial para Mrs. Eddy, y ya fuera que ella ocupara una sola habitación, o que alquilara un departamento, o que habitara en su propia casa, ella poseía la admirable facultad de investir con un verdadero sentido de hogar todo lo que la rodeaba.” (Twelve Years with Mary Baker Eddy — Doce Años con Mary Baker Eddy, pág. 156).
Y sigue así: “En una ocasión, según recuerdo, Mrs. Eddy dijo a los miembros de su casa: ‘El hogar no es un lugar, sino que es un poder. Encontramos el hogar cuando llegamos al entendimiento total de Dios. ¡Hogar! ¡Qué lugar tan querido! Donde los sentidos no hacen reclamaciones y el Alma satisface.’” En su experiencia Mrs. Eddy también sufrió la separación de la familia y del hogar. No obstante, ella se daba cuenta continuamente de las realidades espirituales del hogar. El Cristo, la Verdad, fue la Roca sobre la cual ella edificó, donde se afirmó y donde siempre se hallaba segura como resultado de morar en el estado de consciencia santo otorgado por Dios, el Amor. Ella poseía un sentido del hogar siempre presente.
Dos estudiantes de la Ciencia Cristiana se inspiraron en el ejemplo dejado por el Maestro y Mrs. Eddy, cuando un cambio en la actividad del esposo hizo necesario que dejaran familia, amigos, y residencia, y también que emprendieran continuos y extensos viajes. Ellos percibieron que en realidad el hogar es una idea espiritual, siempre presente, albergada en la consciencia individual, y que ellos no tenían por que perder la felicidad, la atracción, y la armonía, cualidades que caracterizan el verdadero concepto del hogar.
A medida que ellos reclamaron sinceramente estas cualidades y se esforzaron por cumplir cada uno con su parte por mantener y practicar la paz y el gozo en el hogar, un sentido siempre presente del hogar les ha acompañado en sus viajes. Ellos aprendieron que uno puede dejar atrás una casa, pero que el sentido del hogar verdadero se puede llevar dondequiera que uno vaya.
La seguridad, protección, y tranquilidad como también la fuente de la expresión de estas cualidades se hallan incluídas en la totalidad de Dios, el Amor divino. Dado que el hombre es la expresión o reflejo del Amor, estas ideas son nuestras para que nos acompañen, para que las reclamemos, para usarlas y manifestarlas en la experencia humana en un sentido continuo del hogar. Cuando nos tornamos de lo material hacia lo espiritual, encontramos que el hogar provisto por Dios está en todas partes.
En Miscellaneous Writings (Escritos Misceláneos, pág. 341) Mrs. Eddy pregunta: “¿Os engañan las esperanzas humanas? ¿tiembla vuestro gozo? Entonces, fatigado peregrino, desata las correas de tus sandalias; porque es sagrado el lugar en que estás. Por eso puedes darte cuenta de que ya estás dejando el sentido material de la vida y la felicidad para ganar el sentido espiritual del bien. ¡Aprende a perder por Dios! y encontrarás la Vida eterna, lo ganarás todo.”
A medida que uno abandona “el sentido material de la vida” gana “en sentido espiritual del bien” y un sentido siempre presente del hogar.
La operación de la justicia será la paz, y el resultado de la justicia, calma y confianza para siempre. Y mi pueblo habitará en mansión de paz, en moradas seguras, en descansaderos tranquilos. — Isaías 32:17–18.