El pensar en un hogar feliz y lo que éste representa, es decir, el amor, la seguridad, y la protección es algo que atrae a los hombres, mujeres e hijos en todo el mundo.
A medida que obtenemos mediante el estudio de la Ciencia Cristiana* un sentido más espiritual del hogar, adquirimos la seguridad que Dios en Su sabiduría infinita y su afectuoso cuidado imparcial por todas Sus ideas provee un hogar para todos. Este sentido verdadero del hogar es hermoso y completo; está a salvo de la discordancia, destrucción e interrupción. No podemos estar separados de él, ni nos lo pueden quitar. Está siempre presente. El hogar verdadero no es una morada material o un lugar donde se habita. Es un estado de consciencia divino, en el cual el gobierno de Dios es supremo. Es el reino de la Mente, el universo del Espíritu, el reino de los cielos, y es la residencia eterna del hombre de la cual nunca puede apartarse.
Las Escrituras declaran que el hombre es la imagen y semejanza de Dios. Cualquier persona que acepte y afirme la totalidad de Dios y la unidad del Principio y su idea, puede probar en su propia experiencia que nunca puede estar separado de la paz, armonía y gozo del hogar, ni aún temporalmente, prescindiendo de donde pueda ir o donde pueda hallarse la residencia material. En realidad nunca hubo y nunca podrá haber una separación entre Dios y Su hijo, Su imagen y semejanza perfecta. Así en la Ciencia, el Alma es el hogar del hombre establecido por Dios que está siempre presente.
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